¡Cómo hace falta el Conde del Guacharo!

Ya lo habíamos dicho…  ¡Si lo dejan hablar la caga!

 No  es  que seamos adivinos, ni queramos montarle competencia a la brujita
 escuálida   que  mientan Ariana Assis; es que sólo se necesita un poquitín
 de  cultura  para  saber  que el mariposo no tiene nada en la bola y mucho
 menos en el cerebro.

 Dijimos  que  a  Capriles  tenían  que  “mercadearlo”  como  mercadean una
 Pepsicola… nadie ha visto jamás hablar a una Pepsicola, pero se vende.
 Sus  asesores sabían desde siempre que dejarlo hablar era correr el riesgo
 de  hacer  el  ridículo, como lo hizo aquel filósofo zuliano recordado hoy
 por  frases cantinfléricas como: “si me matan y me muero”,  “yo no creo en
 cantos  de  Ballena”,   “Montesquieu  lo dijo antes de Cristo”, “no pueden
 pedírseles peras al horno” y tantas otras.

 Los  que  mas  o  menos tienen una idea de lo que debe hacerse y lo que no
 debe  hacerse  en una campaña electoral, intentaron mantenerlo con la boca
 cerrada. Rescataron  la cancioncita aquella de la campaña de Carlos Andrés
 Pérez  que  decía  “ese  hombre  si  camina”  y hasta lo pusieron a saltar
 charcos;  pero  la  vaina  no dio resultado y por el contrario, el rechazo
 comenzó  a  crecer  con  el recuerdo de los crímenes y robos de CAP que la
 musiquita traía a la memoria de millones de venezolanos.
 Capriles,  mientras tanto se desesperaba y quería hablar; los aplausos que
 los  escuálidos,  asistentes  a sus concentraciones, le daban a sus largas
 pausas  lo animaban y lo oponían a la propuesta de ser mercadeado como una
 Pepsicola… quería hablar, se sentía capaz de hablar.

 Había  derrotado  a “rivales de gran envergadura” como  Diego Arria, Pablo
 Medina,  Pocahonta  Machado y el proctólogo Pablo Pérez  con cancioncitas,
 afiches  y mucha promoción en los medios, pero el majunche intuía que para
 derrotar  a  un  hombre con el discurso, la imagen  y la gestión de Chávez
 tenía que hablar, tenía que decir algo.
 

Fue allí donde se le ocurrió la brillante idea de decir que él si camina y
 por  eso está flaquito. “Tienen que votar por mí  que soy esbelto y camino
 mucho”  es la traducción de lo dicho por quién nunca debió hablar.

 Insistió  con  la  frase y el tema de que él sí está en buenas condiciones
 físicas, hasta que se desmayó en una concentración en Maracaibo.
 ¡A  vaina,  el hombre camina, pero está debilucho expresaron con sorna los
 chavistas  que  gozaron  una  y  parte  de  la otra con la demostración de
 fortaleza física de la que hacía alarde el mariposo. Esto, sin embargo, no
 amilanó  a la Pepsicola, perdón al majunche,  quién insistió en que tenían
 que dejarlo hablar.

 Y  hablo, habló doce minutos con siete de pausas entre frase y frase. Dijo
 que  nos  iba  a  montar  a  todos  en  el  autobús  del progreso, para de
 inmediato  contradecirse  argumentando  que  no  necesitamos satélites, ni
 sistemas modernos de defensa y mucho menos “canaimitas”.
 Mi  tía  abuela  Auxiliadora  habría  dicho  ante  semejante discurso: ¿Es
 pendejo o se hace?

 Ya  no  había manera de parar al candidato, los aplausos, la jaladera y el
 sentirse  el  jefe  lo convencieron de que tiene conque y como dijo Martha
 Colomina:  un  discurso  que  llega  hasta  las  fibras  más  intimas  del
 sentimiento patrio.
 Ya  no  lo para nadie, de aquí en adelante el pobre Manuel Rosales será un
 niño  de  pecho  al  lado  del mariposo. Hoy dijo que “era el correcaminos
 enfrentando al coyote” ¿Ven la profundidad de su mensaje?

 En  resumen, Radonski le ofrece a los venezolanos el autobús del progreso,
 su   físico   esbelto,   su   condición   de   chocolatico  dulce  y   sus
 características de correcaminos.

 Tenía razón el Presidente cuando invitó al Conde a que se inscribiera como
 candidato

arellanoa@pdvsa.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2648 veces.



Alexis Arellano


Visite el perfil de Alexis Arellano para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Alexis Arellano

Alexis Arellano

Más artículos de este autor