La vivienda no puede seguir siendo una mercancía

Nuestro gobierno encontró una formula efectiva para resolver uno de los mayores problemas que ha venido confrontado el país desde tiempos inmemoriales, como es la construcción masiva de viviendas para reducir a su mínima expresión el terrible déficit de habitación que padecen los que menos tienen, sobre la estrategia obvia de que ese bien tiene que dejar de ser manejado como una mercancía más, por cuanto en la medida en que se le admita como tal, es decir, dejarlo en manos del mercado, como sabemos, no lo resuelve y, por el contrario, coadyuva a exacerbar la problemática y la convierte en un mal crónico, como así la heredamos de la vieja República.

Esa es una verdad de Perogrullo. La experiencia que hoy viven los pueblos de USA y de España en el tema de la vivienda, es la mayor demostración de que bajo los esquemas economicistas del gran capital, la escases de habitación como problema macro, que lo es, jamás podría tener algún tipo de solución, para mencionar sólo esos dos casos, pues como se sabe esa problemática se extiende, hoy en día, por casi toda Europa, más allá de que las noticias sobre el tema nos llegan por cuenta gotas y las más de las veces manipulada, sin explicar sus causas muy puntuales, que no son otras que la voracidad especulativa y desmedida del comerciante de la tierra y del concreto y de quienes controlan, a su antojo, el llamado sector financiero.

Miremos esta realidad: los desahucios en USA andan hoy por los 3 millones/año y en España, la del rey, las cifras no son muy diferentes y eso sucede porque en ese llamado libre mercado, se fijan precios de venta en términos de una grosera especulación y los gastos financieros son de usura, en condiciones, además, que sólo reciben garantías, a todo evento, los dueños de los bienes y los inversionistas de los proyectos. A los compradores sólo se les imponen obligaciones y tantas que si por razones de fuerza mayor (desempleo, por ejemplo) dejaren de pagar hasta seis cuotas, no solamente les ejecutan las viviendas y las pierden, sino que las mismas pasan a manos de los bancos y aún siguen ellos debiéndole a éstos los saldos de las hipotecas.

En nuestro país esa práctica depredadora tradicional del capitalismo está siendo enterrada y para siempre. Así lo hace evidente el avance sorprendente de la GMVV, la que en menos de 2 años, casi 250 mil familias han recibido viviendas dignas a precios justos, sin estar sometidas a amenazas de ningún tipo, pues se les ha establecido no sólo precios y tasas justas, sino la absoluta garantía de que jamás tendrán que abrirle las puertas a los desahuciadores de oficio, lo cual ha podido ser posible porque existe una fuerte banca pública y está en marcha, además, una audaz política de Estado para acabar con todo intento de estafa y especulación.

oliverr@cantv.net



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Ivan Oliver Rugeles


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