En esto días me abordó una mujer y me pidió que le ayudara a publicar un articulo, accedí complacido. Seguidamente me dijo;
- Siéntate y anota lo que quiero escribir pero no lo publiques con mi nombre, es solo el testimonio de una mujer.
Me senté media hora a su lado y empecé a recoger sus palabra, aquí se las dejo:
Hace años siendo muy joven, una campesina, conocí un hombre que me hablo de los Bolcheviques, de los cosacos, de la Gran Revolución de Octubre, de Lenín, de la Unión Soviética, de Stalin, de Trotsky, de la Segunda Guerra Mundial y del heroico Ejercito Rojo, de Stalingrado, de Leningrado, de Marx, del proletariado, del manifiesto comunistas, de la guerra civil española, me hablo de revolución, me hablo de SOCIALISMO.
A los dos años siguiente me case con mi hombre socialista. Vinieron los primeros hijos y yo allí acompañando a mi hombre socialista, luego el régimen de turno inicio una persecución contra los revolucionarios, mi hombre socialista pasa a la clandestinidad y es obligado a huir a sitios mas seguro, yo en cambio tuve que asumir el sostén de mis hijos. Y nunca me queje de ello, porque en el fondo estaba la esperaza de revolución que mi hombre socialista me había sembrado. Nunca fui militante del partido, ni nunca asistí a una reunión política, sin embargo allanaron me casita y estuve presa, simplemente porque nunca delaté a mi hombre socialista.
Después cayo la dictadura, y vino un respiro y una esperanza para el País, para mi, para mi hombre socialista, para mis hijos y para todas las familias de luchadores. Pero eso se desvaneció rápidamente, empezó con intervenciones armadas a los sindicatos, explosiones, atentados, y de nuevo la clandestinidad, las persecuciones, torturas, allanamientos y yo con mis hijos aguantando toda clase de humillación, discriminaciones, vicisitudes, hambre, pero yo siempre fiel a la lucha de mi hombre socialista, por mi rancho pasaban a veces fugaces, camaradas a los que ayudábamos en otras casas a esconderse, muchos de ellos fueron con los años diputados, senadores y hasta ministros. Yo siempre atendía a los camaradas de mi hombre socialista, los trate como mis hermanos y mis hijos como a tíos, éramos todos, una gran familia.
Después vino la pacificación y aunque ya no persiguieron mas a mi hombre socialista, sin embargo estaba vetado para trabajar, cuando el gobierno dio algún financiamiento agrario tampoco salía crédito a mi hombre socialista, por esa razón tuve yo que asumir la solicitud de créditos agrarios y junto a mi hombre socialista y mis hijos surcar con nuestras manos la tierra. Con esfuerzo los hijos se hicieron hombres y mujeres, vinieron los nietos y yo junto a mi hombre socialista. Después vino una clarinada de esperanza en la madrugada de un 4 de Febrero; soldados de la patria intentando tomar el Palacio de Gobierno, esa misma madrugada mi hombre socialista despertó al único hijo que para ese momento nos acompañaba y se dirigió a tomar la radio del pueblo en respaldo de esos muchachos de la patria que arriesgaban su vida en Caracas.
Pero ahora algo ha cambiado, mi compañero de vida, se olvido de Fidel, de Lenín, de aquellos relatos heroico de un ejercito Rojo que libero al mundo del fascismo, de esos relatos que me enamoraron, mi confidente de sueños en libertad, mi hombre socialista, ya no es socialista, solo ve los canales privados, solo lee los periódicos opositores, odia al presidente, en estos día me quiso recriminar mi simpatía hacia el presidente y le dije:
viejo hace mas de 64 años me maravillaste hablándome de SOCIALISMO Y REVOLUCIONES y tengo contigo 62 años donde padecimos, atropellos, cárceles, hambre, humillación y nunca me queje porque aunque nunca milite en tu partido siempre fui tu camarada de lucha, siempre estuve contigo, pero esta vez no te acompaño contra mi Comandante nunca, si olvidaste tu la lucha y los camaradas que quedaron regados en estos años y en esta tierra, yo no, esta vez no te acompaño yo estoy con Chávez y con esta Revolución hasta siempre.
Una mujer.
josehog13@gmail.com