Estas preguntas pueden sonar ilógicas, pero es una sirena en mi mente. Me la he formulando, viendo de reojo el documento sobre el programa de gobierno 2013-2019. La respuesta más elemental y fácil que encuentro a estas interrogantes, parte de considerar los elementos más importantes de un proceso revolucionario: El hombre y la mujer. Todo comienza y termina en ese punto. La primera pregunta me ha llevado a una tercera, menos sustantiva, pero es de ese tipo de preguntas, cuya respuesta será siempre insuficiente por no llenar el vació que la misma pregunta tiene: ¿En qué nos estamos diferenciando del modelo que nos proponemos enterrar?
Si aceptamos que todo este intento de cambio tiene ese punto como inicio y fin, hagámonos otra pregunta. ¿Es posible plantearnos el objetivo histórico de ser un país independiente, si como hombre y mujer, no ejercitamos la voluntad de ser auténticamente protagónico? ¿Existe un país soberano sin el ejercicio de la soberanía? ¿Puede concebirse un país sometido a una potencia y sostener que las personas de ese país son soberanas?
Si el punto de arranque y llegada del Proyecto Bolivariano es el hombre y la mujer, no lo es simplemente por el pan o una situación material; lo es porque ese modelo también entiende la importancia de reconocer a ese hombre y a esa mujer como un sujeto. En eso estriba la diferencia con el viejo modelo y en eso también se observa la cercanía con el viejo modelo. Por ahora, estamos más cerca y consustanciado con el viejo modelo que con el nuevo. El Proyecto por ahora nos asume más como objeto que como sujeto. En estos 14 años de revolución y con supuesto modelo de democracia participativa y protagónica; la decisiones -y digo algo sustantivo del modelo protagónico- nada tienen de protagónicas. Es posible que esté conceptualmente desubicado, pero sin la posibilidad de tomar decisiones por la base y con participación de la militancia, no hay ejercicio de soberanía y menos se está realizando un ejercicio interno de protagonismo.
En Anzoátegui las listas se cocinaron no a fuego lento, sino a fuego muy rápido y por llevar mucha candela en un corto tiempo; el sancho es una especie de carato de vituallas –léase verduras- en donde nuevamente se impuso la decisión de unos o dos dedos. Se me dirá que Chávez tiene capacidad para entender y saber lo que pasa en cada rincón del país y como buen estratega, tiene la autoridad y obligación de asumir y delegar en unas tres personas la selección de las personas que integran la opción a los Consejos Legislativos Estadales. Eso puede ser cierto, pero esa es otra cosa distinta a las que nos prometieron. La democracia participativa y protagónica nos comunica de otro sentir y otra práctica. Chávez puede saber mucho del país, pero eso no puede borrarnos del mapa y convertirnos en votos solo para derrotar a la derecha. El voto y la consulta a la militancia es un acto también de soberanía, independencia y protagonismo.
Es posible que los camaradas y las camaradas seleccionadas a dedos sean nuestras mejores cartas, pero el fin es la democracia protagónica y participativa y el medio debe ser; la militancia participando para escoger a los mejores o peores. Prefiero que la mayoría se equivoque, a una equivocación segura de uno o dos dedos, que es igual al modelo que pretendemos enterrar.
@ClaudioElcuaco
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