O seguinos inventando o errando

Lo real alternarnativo de la Revolución Bolivariana



La notoria ausencia de una claridad ideológica (reconocida, incluso, por Hugo Chávez en distintos escenarios y momentos) y de una verdadera organización política de avanzada que deje a un lado los viejos esquemas partidistas de la democracia representativa, aunadas al burocratismo y al legalismo exagerados presentes en toda la administración del Estado; han obstruido la consolidación y el ejercicio pleno de la democracia participativa reclamada por el pueblo venezolano, de manera que la realidad de la revolución bolivariana pase a ser algo cotidiano y permanente.



Hasta el presente, la participación popular ha sido determinante a la hora de conjurar los diversos planes desestabilizadores puestos en práctica por la oposición, incluido el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, el paro patronal de finales de ese mismo año y comienzos de 2003 y el referéndum revocatorio presidencial del 15 de agosto de 2004. todas estas acciones opositoras fueron vencidos, en primer lugar, por el despertar de conciencia logrado por el Presidente Chávez en sus numerosas alocuciones públicas, tan criticadas por sectores de la oposición, pero que demuestran ser el vehículo más idóneo utilizado por Chávez para orientar a sus seguidores. No obstante, poco se ha hecho en función de conseguir que esa misma participación del pueblo trascienda y se convierta en la verdadera fuerza motora del proceso revolucionario venezolano, capaz de asumir, incluso, el cambio de estructuras que integran el Estado venezolano, cuya fisonomía y funcionamiento poco difiere del que sirviera de base al sistema puntofijista controlado por AD y COPEI por más de cuarenta años consecutivos. Al respecto, hay que decir que la heterogeneidad de partidos políticos, movimientos y agrupaciones sociales y políticas que orbitan alrededor de Chávez y respaldan nominalmente el proyecto bolivariano constituyen, en su gran mayoría, la puerta de tranca que limita enormemente esa posibilidad de alcanzar ese estadio superior de democracia que contempla la revolución bolivariana.



“Todas las revoluciones –escribió Kropotkin- se han generado en el seno del pueblo. Jamás revolución alguna apareció de pronto armada de los pies a la cabeza (…). No hay revolución que no haya tenido su período de incubación, su proceso evolutivo, durante el cual las masas, tras haber formulado modestísimas demandas, llegan a concebir la necesidad de cambios más profundos y más completos. Así, se les ve crecer en osadía y en arrojo, lanzándose a las más atrevidas concepciones sobre los problemas del momento y adquiriendo cada vez mayor confianza y mayor dominio de sí mismas, al emerger de su letargo de desesperación y ampliar bravamente su programa y sus exigencias. Poco a poco, paso a paso, las ‘humildes peticiones’ se truecan en verdaderas demandas revolucionarias”. Aplicadas al ámbito venezolano, se ven ciertos destellos que prefiguran esta situación. Uno de ellos fue la lucha emprendida por los trabajadores de la empresa Venepal, ahora administrada directamente por ellos, con apoyo del gobierno nacional, la cual señala –de alguna forma- cuáles son los objetivos y cuáles son las formas de lucha que pudieran asumir los trabajadores para transformar radicalmente este país. Paradójicamente, en el seno del movimiento sindical progresista y revolucionario se manifiesta una coincidencia con los postulados esenciales de la revolución bolivariana, pero se siguen las mismas líneas reivindicativas impuestas por el reformismo, sin fortalecer la convicción revolucionaria de la clase trabajadora. Igual cosa se observa al nivel de los movimientos campesinos organizados y otros de incidencia social.



Lo que requiere el proceso bolivariano está latente en las masas populares. En algún momento busca expresarse en la toma de edificaciones y terrenos baldíos en demanda de una vivienda dónde vivir. En otras, en esa multitudinaria participación en las diferentes Misiones implementadas por el Presidente Chávez. Asimismo, en la disposición popular de integrar milicias o unidades de defensa de la revolución para enfrentar cualquier posibilidad de ataque militar de Estados Unidos o un golpe de Estado, similar al de 2002. Y en una última escala (sin obedecer a un orden estricto y obviando otras experiencias también importantes), en la negativa a militar en los partidos políticos del chavismo, quizás con el convencimiento de que es ínfima la diferencia existente entre éstos y los del pasado, ya que no promueven una participación real de las bases militantes en la toma de decisiones, a pesar de los reiterados reclamos de Chávez en ese sentido; aún más, cuando se palpa que algunos de ellos están dedicados a usufructuar el poder, nada más, sin tener la iniciativa suficiente para consolidar el proyecto revolucionario en todos los rincones de Venezuela. Todos estos elementos prefiguran lo real alternativo de la revolución bolivariana. Si a los mismos se les sumara una teoría revolucionaria que los potenciara enormemente, entonces se daría un significativo salto cualitativo que caracterizaría mejor al actual proceso. En este último aspecto, William Izarra, Teniente Coronel de la Aviación retirado y actual Vice-ministro de Relaciones Exteriores para Asia, Medio Oriente y Oceanía de la República Bolivariana de Venezuela, se ha dado a la tarea de impartir una serie de talleres de formación ideológica en muchas ciudades del país, buscando conformar los Centros de Formación Ideológica de la Revolución Bolivariana y, de este modo, producir la ideología que la orientará y la afirmará en lo futuro. Si ello fuera una norma extendida en toda Venezuela, con decidido apoyo de la nueva clase gobernante, se generarían nuevas formas del pensamiento, de la acción y de la organización que recreen la vida en todas sus expresiones. Se trastocarían para siempre los paradigmas que rigen aún la vida en sociedad y se le procuraría el nacimiento a un nuevo orden en lo político, en lo social y en lo económico, centrado en el ser humano como sujeto de transformación.



Lo real alternativo marcará, sin duda, la madurez alcanzada por el proceso bolivariano. El mismo Estado tiene que ser modelado, desde abajo, por la acción del pueblo; dejando de ser una estructura que impide la realización de la democracia participativa. Lo mismo debe ocurrir al nivel de la economía con la vasta red de cooperativas existentes en toda Venezuela, promovidas y asistidas por el gobierno nacional. Otro cambio importante tendrá que producirse en el plano educativo y cultural, al rescatarse los valores e ideas que identifican a Venezuela como un pueblo soberano, los cuales fueran largamente relegados, de manera interesada, por los sectores dominantes a fin de preservar la dominación y la dependencia en su favor.



Para que todo esto, y mucho más, tenga su concreción, hace falta asir con voluntad, continuidad y sincera vocación revolucionaria lo que siempre manifestó Simón Rodríguez: “o inventamos o erramos”. Bajo esta inspiración, lo real alternativo será el signo distintivo de la revolución bolivariana. El momento actual así lo amerita. Por ello el Presidente Chávez invoca el debate de lo que pudiera ser el socialismo del siglo XXI, partiendo de nuestras raíces históricas y aprovechándose de todas las experiencias revolucionarias del pasado, de forma que se combata y se disminuya al capitalismo. Esto, que podría imprimirle al proceso bolivariano un rasgo de avanzada en el continente mucho mayor del que tiene, razón por la cual el gobierno guerrerista de Estados Unidos acelera sus planes desestabilizadores en Venezuela, se mantiene ausente, por lo pronto, del ámbito de las masas populares. Esta realidad constituye, sin duda, un punto débil del proceso revolucionario venezolano. Es necesario comprender que la revolución es un acto creador difícil que pone en auge todas las contradicciones presentes en la sociedad; de ahí que, independientemente del reformismo todavía vigente, se impone probar todo lo que signifique cambio estructural, cuestión que está insertada (en distintos niveles) en lo que el Presidente Chávez dio a conocer como el Salto Adelante en las instalaciones de Fuerte Tiuna a los gobernadores y alcaldes recién electos el año pasado, contentivo de los diez objetivos estratégicos que afirmarán y profundizarán, sin duda, el proceso bolivariano. Sin embargo, en tanto las mismas masas populares no comprendan que, más que a los diferentes partidos políticos del mal llamado chavismo, les corresponde a ellas el papel conductor y protagónico, en constante revisión y confrontación con la realidad que viven, se corre el riesgo de que todo quede en mera retórica. Por eso mismo, todo lo que prefigure el cambio estructural de la sociedad venezolana y la práctica efectiva de la democracia participativa por parte del pueblo, tiene que estimularse y facilitarse en todo momento. Ello engendrará lo real alternativo de la revolución bolivariana.-



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Homar Garcés


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