" Nueva sangre joven ha fertilizado los campos de América para hacer posible la libertad. Se ha perdido una nueva batalla; debemos hacer un tiempo para llorar a los caídos mientras se afilan los machetes y, sobre la experiencia valiosa y desgraciada de los muertos queridos, hacernos la firme resolución de no repetir errores, de cobrar la muerte de cada uno con batallas victoriosas y de alcanzar la liberación definitiva"
(Comandante Che Guevara)
Para entender el proceso que vivimos hoy en día, es imprescindible despertar del letargo en que estamos sumidos y tomar conciencia revolucionaria de la realidad material, atentos al modo de producción y no perdernos en la meramente ideológica o política. Sólo con ella sabremos qué decisiones serán las que nuestra realidad requiere para producir efectivamente cambios transformadores y no seguir entrampados, como algunas veces, en círculos reformistas, o, incluso, anarquistas. Debemos estar muy preparados, como un colectivo de cuadros para enfrentar aciertos históricos, de lo contrario, la historia nos reclamará.
Cómo saberlas, Mao Tse-tung, expuso en el año 68, “¿De dónde provienen las ideas correctas? ¿Caen del cielo?, No ¿son innatas de los cerebros? No. Sólo pueden provenir de la práctica social”. Es en la práctica donde encontramos nuestras respuestas, no en nuestras mentes, como hoy algunos “revolucionarios” que creen luchar por su propio socialismo, aquel utópico, idealista que ven nacer sólo de sus mentes. Son los que inventan tácticas y estrategias, y que prometen sin base concreta.
De ahí que resulte indispensable plantearse, primeramente, por la formación de un cuadro-militante, y por ser él, un mínimo social, un ser práctico, no aislado, está en permanente relación con la vida y con sus múltiples experiencias concretas en el movimiento propio de los tiempos. De ahí que un cuadro sea la unidad básica y dialéctica, político-militar, que nos permite existir con la convicción que el socialismo es el siguiente paso necesario de la historia, y que lo daremos más temprano, si dejamos la improvisación.
Un cuadro revolucionario debe tener muy presente que el enemigo nos asecha a cada instante, por lo tanto, debemos estar conscientes de que nuestra formación, es siempre el primer fusil que estará a nuestro alcance al momento de enfrentarlo, cuyo objetivo inmediato es hacernos desaparecer; Ya que somos piezas que no cabemos en el rompecabezas del IMPERIALISMO. Por tanto, nuestra formación debe ir en un correcto proceso dialéctico, comprendiendo, cada rasgo, cada ser, cada forma, del mundo en el cual nos desenvolveremos. Debemos estar siempre atentos a distinguir lo más importante, su esencia, sólo así conoceremos todas sus propiedades y saber cual es el motor que lo lleva a moverse. En este proceso de acumulación de nuestra experiencia y dedicación personal a la formación teórica-práctica -política-militar-, llegan momentos de saltos cualitativos que se evidencian en aciertos, en ideas revolucionarias; en lecturas acertadas de la práctica, en conciencia revolucionaria y por lo tanto, en acumulación para transformaciones sociales. Y volviendo a recordar a Mao, en el mismo artículo, quien señala“La única finalidad del proletariado en su conocimiento del mundo es transformarlo a éste. A menudo sólo se puede lograr un conocimiento correcto después de muchas reiteraciones del proceso que conduce de la materia a la conciencia y de la conciencia a la materia, es decir de la práctica al conocimiento y del conocimiento a la práctica. Esta es la teoría marxista del conocimiento, es la teoría materialista dialéctica del conocimiento. Muchos de nuestros camaradas todavía no comprenden esta teoría del conocimiento.”
Ahora bien, debemos estar siempre atentos para que nuestros cambios cuantitativos sean acordes a la etapa que vamos desarrollando en nuestra formación, por ello no debemos adelantarnos. El cuadro no pretenderá serlo de la noche a la mañana, debe saber que es un constante proceso, no bastan las intenciones (que, por cierto, son imprescindibles para dar el primer paso, que tal vez es un gran salto cualitativo, una síntesis superadora respecto de nuestra pasividad primera). Para lo anterior, debemos hacernos una lectura personal, en forma dialéctica, responsabilizándonos de nuestra formación, que en unidad contiene a cada compañero que trabaja con nosotros, y que nuestro compromiso comprende las vidas que están a nuestro cargo, de ahí que, una disculpa “perdón me equivoqué”, es bastante más grave de lo que imaginamos. Debemos tener siempre presente, entonces, que muchas veces, nuestras imperceptibles intervenciones, van trasformando nuestra acumulación de trabajo (en tiempo, forma, modo, cantidad, etc.), en un trabajo cualitativamente trascendente, tomando siempre en cuenta, las dos formas de desarrollo de este proceso dialéctico, que son: Los lentos y muchas veces imperceptibles cambios cuantitativos y los súbitos y radicales cambios cualitativos. Los primeros, podríamos enfocarlo dentro de los cambios que muchas veces parecen insignificantes, pero que en realidad, muestran una evolución. Y los segundos en la intervención dialéctica rompiendo con todo lo viejo, a la vez que contiene. Todos los aspectos evolutivos y revolucionarios de este proceso, van profundamente unidos, ya que si no existiera un nexo, entre los cambios cuantitativos evoluciónales, no habría cambios cualitativos, por lo tanto, no habría desarrollo, y nuestra vanguardia, estaría condenada a caer en una descontextualización, o dogmatismo fatal.
Lo mismo sucede con la aplicación de la ley de la dialéctica que conocemos como la unidad y lucha de los contrarios. Existen fuerzas contrarias, que no obstante están concatenadas entre sí, siendo de tal intensidad el nexo que, el uno sin el otro no puede existir. En esta idea, siempre existe nuestro “yo” inserto en un mundo concreto, con ideas burguesas, con instituciones, lenguaje, ética burguesa, de ahí que la conciencia propia del ser, es muy distinta a la revolucionaria; Pues entonces la revolucionaria debe negar la burguesa; con ello lidiamos todos los días. Así por ejemplo creemos que es correcto potenciar a un “individuo” (formar conciencia individual, reivindicación, voto, etc.) y no nos damos cuenta que él, como “lo individual” viene con el capitalismo, es una categoría de su tiempo. Para nosotros no existe un ser asilado, con ideas independientes, innatas; él es un sujeto histórico, o como diría Marx, en las Tesis de Feuerbach, “la esencia humana es el conjunto de las relaciones sociales, y por ende, para cambiar su vida, debe transformar el conjunto de las relaciones sociales”. En el mismo sentido, lo ético, justo, que nos enseña la burguesía desde que nacemos, es su idea dominante. En las reflexiones políticas que hacemos, muchas veces nos vence el análisis burgués, el descomponer, y no componer la complejidad, nos quedamos en acontecimientos parcelados, congelados, no les propiciamos una base material, y tampoco dialéctica. Ello se debe tener presente, ser nuestro principal objetivo al momento de identificar al enemigo, lo que es urgente de hacer, ya que su ventaja esta en que él conoce cada uno de nuestros movimientos, y la única forma de vencer es adelantándonos a él. El cuadro-militante debe siempre tener presente que esta lucha de los contrarios, no cesa ni un instante, y por tanto, su labor es de un compromiso y una disciplina las 24 horas del día. Esto es, debe despertarse, desarrollar sus actividades durante el día y luego dormir, todo esto como un cuadro, ya que la propensión de cada uno de estos contrarios es prevalecer el uno sobre el otro.
Sin embargo, no son lo mismo contradicciones que no pueden solucionarse en el marco de las relaciones actuales, que las desarrolladas en el marco de intereses comunes. Nos referimos dentro de las propias orgánicas revolucionarias, en su funcionamiento. Hay quienes propician la función de establecer la tesis, la antítesis o síntesis, pero cada idea proviene de la unidad, del diálogo. De ahí que la competencia o acciones individualistas; es un esfuerzo a vencer dentro de la contradicción verdaderamente antagónica, nuestro ser como cuadro y la ética burguesa
En este proceso dialéctico revolucionario que llamamos “cuadro revolucionario” está interrelacionado todo, somos práctica, debemos hacernos con la claridad de no quedarnos en el mismo lugar, en un hacernos reformistas, pero tampoco caer en el anarquismo, o utopismo idealista. Pero ello implica, además, una ética revolucionaria, y vivir en la unidad del amor y odio.
No debemos desesperarnos, y querer actuar de forma apresurada, ya que cada intervención por pequeña que parezca, será uno de los bloques que formara la edificación de nuestro compromiso con el proletariado de todo el mundo. Lo que en definitiva nos llevará a la síntesis que queremos producir: la Revolución socialista, para llegar al nuevo modo de producción, el comunista.
No se olviden de lo anterior, lo que implica, necesariamente, buscar antecedentes de la dialéctica; Tal cual nos planteara el Che, “el conocimiento nos hace responsables”.
Esperando contribuir al necesario proceso de Crecimiento de Nuestras Fuerzas.
*Abogado. Director de Ideología y Miembro del Comando Táctico Regional (CTR) del MVR en el Estado Bolívar. j_martorano@hotmail.com, juan_martoranocastillo@yahoo.com.ar, juanmartoranoster@gmail.com