¿De dónde sacaron que la revolución pierde respaldo popular?

Me había dicho a mi mismo que no iba a comentar sobre el resultado de las elecciones presidenciales para no llover sobre mojado. Ya había expuesto con suficiente claridad que el comandante obtendría una contundente victoria y había, también, explicado las razones de ello. Sin embargo, he leído los comentarios de toda una avalancha de “analistas políticos de esquina” que intentan decir que se obtuvo una victoria pírrica; que en la próxima elecciones saldremos derrotados y que vamos camino al despeñadero, que no me queda otra que romper mi promesa y salir a exponer a mis lectores mi punto de vista sobre lo que considero descabellados comentarios.

Comencemos por la tesis que insinúa que el chavismo se derrumba y la oposición se agiganta, sustentada en la tesis que esta última creció mucho más.

¿De donde habrán sacado semejante argumento? ¿Acaso de comparar los resultados del 7º con los de la victoria obtenida en 1998 o en la elección presidencial de 2006? ¿Acaso de comparar los resultados del domingo pasado con los del referendo en el cual se aprobó la constitución? Al respecto es conveniente dejar en claro que cada proceso electoral es diferente de cualquier otro y pretender compararlos sin evaluar las condiciones que en cada uno se hicieron presentes carece de lógica y rigurosidad científica.

Afirmar hoy, por ejemplo, que Chávez viene en retroceso porque ganó el referendo aprobatorio de la constitución con 87,7% y en la contienda contra Capriles sólo obtuvo el 55%, es por lo menos una inocentada. Las condiciones de aquel proceso refrendario son muy diferentes a las de hoy; el mismo tuvo lugar dentro de lo que denominan la luna de miel de todo nuevo gobierno con su pueblo; no había tomado cuerpo la terrible campaña mediática que hoy se desarrolla contra Chávez y su gobierno y la militancia de la oposición estaba en desbandada y sin motivación para participar (de hecho sólo obtuvieron el 7.3% de los votos).

Esta realidad hace pedazos cualquier intento de comparación.

En todos los procesos electorales posteriores, con la excepción de las elecciones presidenciales de 2006, el chavismo obtuvo como promedio de votos el 55% (59% en el referendo revocatorio, 49,2% en el referendo por la reforma constitucional, 54;9 % en el referendo por la enmienda constitucional y 49,3% en las parlamentarias). ¿De donde sacan que venimos en caída libre?

Si tomáramos por ejemplo los resultados del referendo habría que considerar que este se realizo luego de las heridas que dejó en la población venezolana una oposición que dio un golpe de estado, que manipuló la justicia para que concluyera que hubo “un vacío de poder”, que sin perder tiempo saboteó la industria petrolera, generando pérdidas multimillonarias y un desastre social, y lo que es peor nunca asumieron su responsabilidad. En ese marco era obvio que una buena porción del pueblo (por lo menos los no fanatizados) los rechazaría.

Ahora, seguramente las conclusiones a las que llegan esos “analistas políticos de esquina” se fundamentan en la comparación de un proceso que tuvo lugar en 2006 con unas elecciones como éstas que se celebraron seis años más tarde. Pero, ¿Será que se puede comparar esos dos eventos? ¿Será que las condiciones son las mismas? Vemos…

Desde nuestra humilde opinión el proceso electoral de 2006 estaba servido para que el chavismo obtuviese una victoria contundente como la que obtuvo, esto por:
  • Estaba fresca la victoria contundente del referendo revocatorio
  • No estaba lejano el recuerdo de un golpe de Estado, de un sabotaje petrolero, de dos huelgas generales, del sainete de Altamira, de las guarimbas, de las bombas en la embajadas y el vil asesinato de Danilo Anderson. Esto sumado a muchos otros crímenes dejaron muy claro el fascismo y el espíritu antidemocrático que reinaba en la oposición.
  • El candidato seleccionado por la oposición fue un viejo dirigente de la Cuarta República que jamás se desmarcó de AD y COPEI; acusado de corrupción y para colmo, analfabeto funcional.
  • La campaña electoral de Rosales fue muy torpe e hizo recordar a muchos la compra de conciencia con bloques y latas de zinc, pues ofreció prácticamente regalar los ingresos petroleros a través de una tarjeta que denominaron Mi Negra.
Este proceso que acaba de concluir fue muy diferente. En el mismo podemos encontrar las siguientes variantes, con respecto al de 2006.
  • La oposición seleccionó a un hombre joven, al cual desmarcaron de inmediato de AD y COPEI (no los dejaron ni subir a las tarimas)
  • Lo disfrazaron de político de centro izquierda (al estilo Lula) y dispuesto a defender las misiones.
  • Hicieron parte de su programa la palabra progreso e intentaron adueñarse de los símbolos patrios.
  • Hicieron énfasis en la juventud y fortaleza física del candidato de la oposición para contrastarla para contrastarla con un Chávez al que intentaron mostrar como un enfermo con pocas probabilidades de concluir su mandato de ser electo.
En resumen, los números obtenidos por Chávez dejan en claro que la diferencia porcentual entre los dos candidatos y las dos visiones de país, es la misma que históricamente se ha obtenido; los procesos donde el chavismo ha obtenido una ventaja muy por encima de los promedios habituales, estuvieron marcados por hechos que no se repitieron en éste y no tienen por qué repetirse en otros y en los tres últimos procesos (reforma, enmienda y parlamentarias) habíamos mostrado un cierto desgaste, que sólo la gigantezca figura del comandante y su liderazgo fue capaz de revertir.

No inventen… Ahora es que hay Chávez pa’ rato

¿Es eso bueno? ¿Por qué no aumentamos nuestro porcentaje a pesar del inmenso trabajo social? ¿Por qué se mantiene la diferencia a pesar de una mayor participación y el poco trabajo de la oposición en favor del pueblo?

Esas son preguntas válidas, pero nada tienen que ver con el objetivo de esta nota… será en otra oportunidad


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Alexis Arellano


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