¿Qué no le han dicho al presidente Chávez desde la acera de la reacción? Allí se acabaron los epítetos más denigrantes. Nada sorprende. Pero que desde las filas de la revolución se insulte y apostrofe al líder de la Revolución Bolivariana, parece como mucho. Duele. Irrita. Indigna. ¿Quién que se erige como revolucionario(a) se siente autorizado(a) para ofender al Comandante? ¿A cuenta de qué?
Lo leí en Aporrea y, por supuesto, que me aporreó. Alguien lo tildó de descarado porque la persona seleccionada como candidato a la gobernación de su estado, no es la de su agrado o simpatía. Por la misma razón, una señora lo acusa de traición al pueblo de tal o cual estado. Y lo hace tras el escudo de sus caletres de próceres de la independencia y la revolución latinoamericana.
Usted puede oponerse a las políticas públicas del presidente Chávez. Expresar su desacuerdo por las personas que selecciona para tal o cual cargo. Criticar sus ejecutorias si las considera desviadas, complacientes, capitalistas o lo que sea. Condenar sus equivocaciones o yerros, que seguramente los tiene y muchos. Pero usted no tiene ningún derecho de insultarlo, de llamarlo traidor de una forma alegre, hormonal e irresponsable. Cuando usted insulta a Hugo Chávez, nos insulta a todos los que creemos en él y nos la jugamos por su liderazgo en este proceso hermoso, difícil, histórico y duro. No hay manera de que usted insulte a Hugo Chávez sin insultar a su pueblo, al pueblo chavista.
Un tal Felipe Mujica le mentó la madre al presidente Chávez en un programa de Marta Colomina. Eso no nos hizo ni mella. Que se le ofenda e irrespete en nombre de una supuesta pureza revolucionaria, sí que nos resulta abominable. Viviremos y venceremos.
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