Dos Estados, dos Presidencias

En la presente V República venezolana, los ingresos monetarios petroleros siguen siendo la base de sustentación de toda su economía (los ingresos no petroleros del Seniat son derivados de aquellos), y ahora en una mayor proporción presupuestaria puesto que los novedosos subsidios de salud, educación, vivienda e industria concretados en las numerosas Misiones tienen partidas directamente calculadas y aprobadas en el Ministerio de Energía y Petróleo (sic) y en la Sociedad Anónima Petróleos de Venezuela (Pdvsa), sin cobertura ni respeto alguno de los requisitos constitucionales de su legislación previa en la Asamblea Nacional.

Efectivamente, cada vez el Presupuesto Nacional regular, el que previamente y con todas sus deficiencias e irregularidades aprueban a su arbitrio un puñado de inmunes burócratas, según coyunturas legislativas de innegable preconvenimiento con el Ejecutivo de turno, ese presupuesto, decimos, se queda corto y muestra déficit en las crecientes demandas nacionales que impone una sociedad donde tradicionalmente los gobiernos pasados se desentendieron de los servicios básicos de una población creciente demográfica y económicamente.

Tan importante ha sido la dependencia nacional de los ingresos petroleros, que después del año 1975 esa compañía anónima, Pdvsa, fue penetrada por una burocracia tecnocrática que terminó por independizarse radicalmente del resto del país, a tal punto que sus directivos ya hiperenriquecidos sin control estatal alguno, inauditables y hasta con legislación propia, se limitaron a cubrir escamoteadamente los impuestos ordinarios que desde la época de las concesiones debían honrar las correspondientes compañías extranjeras.

Digamos que no hubo una integración entre la burocracia petrolera y la burocracia administrativa general. Esta dualidad administrativa y burocrática permitió reconocer que en Venezuela caminaban separadamente dos Estados, dos Presidentes para un mismo país: el de una Venezuela mendicante y dependiente del petróleo, y el Presidente de un Estado petrolero autónomo.

Bueno, llegó la V República, y en su primer momento el Presidente empezó a poner orden en ese otro estado nacional paralelo, pero fracasó y recibió un golpe de Estado que, aunque de corta duración, fue consumado. Luego de su retorno triunfal este mismo Presidente, el de la Venezuela mendicante, decide renombrar una nueva Junta Directiva para la compañía petrolera (Pdvsa) y reconfigurar los estatutos del Ministerio de Minas e Hidrocarburos. Fue así como se llegó al actual y aberrante Ministerio de Energía y Petróleo (como si el petrolero no fuera energía).

Y de resultas, nos encontramos con múltiples denuncias sobre ambos entes, sobre el propio MIN MEP, y sobre Pdvsa, unos organismos que ahora retiene para sí más del monto del Presupuesto Nacional que aprueba la Asamblea Nacional del otro Estado, el mendicante y dependiente, sin que dicha Asamblea tenga ingerencia alguna sobre Pdvsa, y muchísimo menos sus verdaderos dueños, el pueblo que los elige cada seis años.

De manera que se trata de un cuadro administrativo y económico en el cual pasa a ser más importante presidir Pdvsa que presidir Miraflores, ya que tenemos ante nosotros dos Estados que deben tener dos Presidentes, uno de los cuales con mayor poder administrativo que el otro, con mayor autonomía, y sobre todo con mayor ingerencia sobre la ciudadanía democrática. Un cuadro administrativo que nos grita la necesidad de que el Presidente Chávez debe asumir la primera magistratura el país, entendiendo por esta la presidencia de Pdvsa, y delegue perfectamente en terceras personas la presidencia del otro Estado, dependiente y mendicante, que hasta ahora resulta subordinado del primero.



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Manuel C. Martínez M


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