El Comandante Presidente como el gladiador, fue a la batalla electoral del 7 de octubre de 2012 a derrotar al imperialismo, al sionismo, a la oligarquía parasitaria; con un morral lleno de ideas, la valentía, el legado libertario de nuestros libertadores y su grito de batalla: ¡Independencia y Patria Socialista! Y venció.
El 8 de diciembre el presidente Hugo Chávez nos anunciaba la noticia; un vértigo asfixiante cortaba la respiración de un pueblo entregado a su líder. Nos informaba el comandante que requería viajar a Cuba a continuar su lucha en otro frente de batalla: el de su salud, su vida; allí se sometería a una nueva operación, una nueva batalla para vencer definitivamente el cáncer.
El líder de la Revolución Bolivariana no deja nada al azar y apelando a la más pura dialéctica hace pública su decisión: “si algo ocurriera, que me inhabilitara de alguna manera, Nicolás Maduro no sólo en esa situación debe concluir, como manda la Constitución, ustedes elijan a Nicolás Maduro como presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Yo se los pido desde mi corazón”.
En la Asamblea Nacional los representantes de la oligarquía parasitaria, disfrazados de “humanitarios” y con truhanes argumentos daban su apoyo unánime para que el presidente Chávez se ausentara del país.
Los argumentos de la oligarquía –María Machado, Eduardo Gómez Sigala– recuerdan los sucesos de 1908, en los que la New York & Bermúdez Company y el imperialismo compraron a Juan Vicente Gómez para tumbar al Gobierno del Nacionalista Cipriano Castro, cuando éste salió a Alemania para tratarse una enfermedad.
La estrategia de la oligarquía parasitaria ofende la corajuda firmeza revolucionaria y principios de Nicolás Maduro y la de un pueblo patriota y chavista.
¡VIVA CHÁVEZ!
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