El plan de Chávez

¡Al rumor de clarines, guerrero, ocurre el blindado, ocurre veloz, con celosos dragones de acero que guardan la patria que el cielo nos dio!¡ Patria, patria, patria querida, tuyo es mi cielo, tuyo es mi sol, Patria, tuya es mi vida, tuya es mi alma, tuyo es mi amor!

Las recomendaciones que nos dejó Chávez antes de someterse a la última operación, constituyen un testamento político, que solamente un hombre con la valentía y el coraje de Chávez, capaz de mirar cara a cara a la muerte con su sonrisa de “aquí te espero” y responderle con otra sonrisa prendida en la copla de Florentino:

Me acordé de aquel corrió que me lo enseñó mi abuelo: Velando al que nunca pasa el vivo se quedó lelo,
para caimán el arpón para guabina el anzuelo, patiquín que estriba corto no corre caballo en pelo.
¿Con qué se seca la cara el que no carga pañuelo?¿Pá'qué se limpia las patas el que va a dormí en el suelo?

Esa sonrisa llana y desafiante que tanto desespera a la oposición venezolana y con su visión política, como líder mundial de la revolución. Eso, solo Chávez lo sabe y lo puede hacer...

Su claro mensaje para que “cesen las disputas y se consolide la unión” constituye un mandato muy difícil de ignorar. El lanzamiento de la de Nicolás Maduro como candidato de la revolución, en el caso de que se convoque a nuevas elecciones, no deja lugar a dudas de su consecuencia con la revolución socialista y su lealtad consigo mismo y con su pueblo.

Sobre los hombros de Nicolás Maduro, en los peores escenarios que ha planteado Chávez (de no poder continuar en el cargo de Presidente), reposa una responsabilidad histórica de insondables consecuencias:
Las palabras de Chávez sobre sus cualidades como dirigente, lo que debe ser ratificado en obras, palabras y acciones cotidianamente; el dirigir políticamente junto al pueblo y subordinado a los intereses del pueblo, lo cual lo coloca en la responsabilidad de hacer efectiva la democracia participativa, el protagonismo popular e incluso continuar reforzando el “liderazgo colectivo” que reconoce el Presidente Chávez, cuando habla de “patriotas” y de “Patria”.

Ignorar que tenemos diferencias seria una soberana estupidez. Pero permitir que esas diferencias nos dividan, es una estupidez al cuadrado. Esta revolución nació y ha avanzado en base a una unidad cívico-militar entre sectores empobrecidos e intelectuales de la clase media y sectores revolucionarios de los trabajadores, en torno a un proyecto “nacionalista y democrático en camino hacia el socialismo”. Esas divergencias están en la génesis de nuestra revolución y constituyen parte de su especificidad y originalidad. Esas diferencias no llegan a ser antagónicas pero deambulan por todo el cuerpo de la revolución y por supuesto que obstruyen, torpedean los avances de la revolución, forman parte de nuestra idiosincrasia revolucionaria. Tenemos una cultura política adeco- copeyana socialdemócrata, que sostiene la posibilidad de un capitalismo bueno que acabaría con la pobreza por pura caridad, misericordia y bondad; pero al mismo tiempo farsante, bribón y pícaro que pagaría a los trabajadores, “salarios justos” y reduciría la explotación del trabajo a lo “estrictamente necesario” para mantener tranquilos y conformes a los explotadores. Esa tara capitalista grabada en todos los mensajes y en todas las acciones revolucionarias, solo el tiempo y la consolidación de las bases materiales del socialismo podrán erradicar. Mientras tanto tenemos que marchar hombro a hombro con ellas sin permitir que, sus empujones, nos desvíen del camino.

Por eso Chávez al expresar su deseo de que Nicolás Maduro sea quien ocupe su puesto en el caso de su ausencia absoluta, no le entrega un “cheque en blanco” no puede hacerlo, ni tampoco es una orden de estricto cumplimiento. No basta con los deseos de Chávez para que su Plan se cumpla. Es necesario la participación del pueblo para lo cual le entrega el programa Independencia y Patria Socialista que es lo que le da autenticidad y legitimidad política al legado de Chávez. Sobre las bases de ese plan debe construirse la unidad de los revolucionarios y debe marcar la pauta del futuro de la revolución con Chávez o sin Chávez pero con la mayoría del pueblo participando y decidiendo al lado de Maduro o de quien sea que ocupe el puesto de Chávez.

Cualquiera que conspire contra el Plan de Chávez o trate de banalizar sus recomendaciones se constituye conscientemente en un enemigo del pueblo y de la revolución.

Mientras tanto el imperialismo yanqui utiliza a la oposición venezolana para adelantar sus planes y desconocer la decisión del la mayoría del pueblo venezolano, que ama a su presidente y quiere que siga conduciendo la revolución. Ellos saben cómo hacerlo, tiene la experiencia de cientos de pueblos atropellado y sometido por la fuerza militar o mediante la embriaguez política y sociocultural, para ser saqueados y trasegar sus recursos y sus riquezas hacia sus propias reservas, tal como lo han hecho en el Medio Oriente y en la misma América Latina. Lamentablemente siempre encuentran “colaboracionistas y políticos carroñeros” que a cambio de las “residuos” del festín, se entregan en cuerpo y alma a sus opresores. Atacan lo que sabe será el gran obstáculo para sus planes: La Unidad del Pueblo y la harmonía revolucionaria. Para eso siembra dudas, desasosiego e incertidumbre, crea desconfianzas e intrigas dentro las filas revolucionarias.

En síntesis, se está montando una reactivación de la operación de transición política, para ser activada en el mes de enero y el año 2013, que conlleva escenarios de desestabilización y de intensificación de contradicciones políticas, sociales, económicas e internacionales, que se condensan fundamentalmente en el asunto de la toma de posesión del cargo para el 10 de diciembre.

Las declaraciones del recién re-electo gobernador de Miranda Henrique Capriles Radonsky, principal aspirante de oposición para un escenario electoral presidencial, plantean interrogantes importantes sobre el tempo político y electoral que se mueve tras bastidores:

“El derrotado candidato presidencial opositor Henrique Capriles acepta la posibilidad de que se postergue la juramentación del mandatario venezolano: Hay que ser en esto muy serio y muy transparente, no pierde la condición de presidente electo una persona que no pueda tomar posesión del cargo el día en que está establecido. Si el presidente de la República no pudiera presentarse el 10 de enero a tomar posesión del cargo ante la Asamblea Nacional en su condición de presidente electo, la propia Constitución tiene las respuestas. Ahí aplicaría inicialmente una falta temporal y después aplicaría lo que establece la Constitución en falta absoluta”.
Lo interesante del planteamiento es que HCR llama a declarar la “falta temporal”, desconociendo que existe un vacío normativo sobre la calificación de “faltas temporales” para los casos de Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión. En términos rigurosos, hasta ahora la Asamblea Nacional sólo ha autorizado la ausencia del territorio nacional del Presidente de la República en ejercicio de sus funciones:

El asunto de la recuperación post-operatoria de Chávez ha abierto un sin número de especulaciones-escenarios tanto interesados como sesgados. Pero llama la atención, que los mismos escenarios han abierto un espacio de posibilidad para la puesta en práctica de las más añejas estratagemas de intriga, de “divide y vencerás”, de “manipulación, sub-información y desinformación” para afectos de obtener ventaja política de las circunstancias.

Nosotros también sabemos cómo enfrentarlos y derrotarlos. Un equipo político compenetrado y diseminados por todo el pueblo. Lleno de la fe, la confianza y la fuerza que Chávez nos insufló será un Chávez invencible elevado a la enésima potencia.

ajmachete@gmail.com


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José Machete


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