En unas circunstancias marcadas por la ausencia (por ahora) temporal de Chávez, uno se encuentra con inquietudes que nos conducen a visualizar dos maneras de entender y asumir esta ausencia.
Una de estas posiciones, cubre los espacios de dirección política y ahí suele observarse una preocupación. Se capta en este nivel, que en un escenario sin un Chávez activo o en ausencia total, los procesos de transformación que cursan en Venezuela y América Latina entrarán en una fase de incertidumbre.
Si algún nivel de incertidumbre trasmite la posible ausencia de Chávez, no será tanto porque haya un plan de desestabilización con la fuerza suficiente para llevarnos a esta etapa. Se entiende que ahora mismo, en el centro del poder mundial están concibiéndose planes para desestabilizar y la oposición venezolana, hace la política de facilitar el desarrollo de estos planes. Suponen los opositores venezolanos que la situación conduce a los que ellos llaman vacío de poder y de alguna manera esto les facilita su golpe.
No podemos negar ni desconocer estos planes, más sin embargo, las señales que enviemos desde los niveles de dirección política del proceso, serán definitivas o complementarias para crear las condiciones que nos coloquen en esa ruta.
Otra posición que es observable dentro de las filas de la revolución, nos colocan frente a un escenario menos sombrío o menos pesimista. Aparece frente a nosotros la fuerza de este fenómeno que conocemos como chavismo. En esta posición, la preocupación se disipa porque el fenómeno Chávez cobra sentido como un movimiento político de transformación.
Lo interesante de esta percepción, es que ella se hace auténticamente visible en los espacios que cubren las dimensiones del concepto de soberanía. En estos espacios, el movimiento político denominado chavismo no es un asunto estrictamente físico personal, es una idea fuerza que cobra el sentido de ser irreversible e insustituible. El momento de Chávez y del chavismo, no culmina aún reduciéndose la participación activa del comandante en la política.
marcano.evaristo@gmail.com
Por: Evaristo Marcano Marín
En unas circunstancias marcadas por la ausencia (por ahora) temporal de Chávez, uno se encuentra con inquietudes que nos conducen a visualizar dos maneras de entender y asumir esta ausencia.
Una de estas posiciones, cubre los espacios de dirección política y ahí suele observarse una preocupación. Se capta en este nivel, que en un escenario sin un Chávez activo o en ausencia total, los procesos de transformación que cursan en Venezuela y América Latina entrarán en una fase de incertidumbre.
Si algún nivel de incertidumbre trasmite la posible ausencia de Chávez, no será tanto porque haya un plan de desestabilización con la fuerza suficiente para llevarnos a esta etapa. Se entiende que ahora mismo, en el centro del poder mundial están concibiéndose planes para desestabilizar y la oposición venezolana, hace la política de facilitar el desarrollo de estos planes. Suponen los opositores venezolanos que la situación conduce a los que ellos llaman vació de poder y de alguna manera esto le facilita su golpe.
No podemos negar ni desconocer estos planes, más sin embargo, las señales que enviemos desde los niveles de dirección política del proceso, serán definitivas o complementarias para crear las condiciones que nos coloquen en esa ruta.
Otra posición que es observable dentro de las filas de la revolución, nos colocan frente a un escenario menos sombrío o menos pesimista. Aparece frente a nosotros la fuerza de este fenómeno que conocemos como chavismo. En esta posición, la preocupación se disipa porque el fenómeno Chávez cobra sentido como un movimiento político de transformación.
Lo interesante de esta percepción, es que ella se hace auténticamente visible en los espacios que cubren las dimensiones del concepto de soberanía. En estos espacios, el movimiento político denominado chavismo no es un asunto estrictamente físico personal, es una idea fuerza que cobra el sentido de ser irreversible e insustituible. El momento de Chávez y del chavismo, no culmina aún reduciéndose la participación activa del comandante en la política.
marcano.evaristo@gmail.com