Se acabó una de las tradiciones más importantes de la Isla de Margarita, la del Espía Salazar. Ayer se murió Augusto Hernández, quien desde hace mucho tiempo venía cumpliendo ese papel en el Programa Como ustedes Pueden Ver que se transmite por Radio Nacional.
Todos los lunes, a las 7 de la noche, Roberto Hernández y Roberto Malaver, buscaban afanosamente una señal para tratar de ubicar al espía Salazar, quien, como todo espía, se cuidaba muy bien para que nadie conociera su identidad. Y una vez que él mismo nos localizaba a nosotros, comenzaba a darnos los datos más importantes en información nacional e internacional.
Ahora el Espía Salazar no está porque Augusto Hernández se murió. Ya antes de ser espía, Augusto Hernández había sido superintendente nacional en defensa del consumidor, en el gobierno de Luis herrera Campins, y cerró los CADA, “los cerré un viernes, Roberto, y luego me fui a esconder para que no me encontrara nadie cuando Gustavo Cisneros moviera sus palancas para volver a abrirlos, así que permanecieron cerrados los CADA sábado y domingo, y el lunes abrieron”. Después fue gobernador del Estado Nueva Esparta, y desde la gobernación creó un semanario humorístico que se llamó Correo con K, con Pedro Tolú y el poeta José Lira Sosa. Y allí se vacilaba así mismo. Después se quedó viviendo en Margarita y sacó un nuevo periódico humorístico, Mandinga, y se fue a la radio y creó un programa con Lira Sosa, Contrabandeando la Noticia, y más tarde, cuando murió el poeta Lira, volvió a la radio con otro programa, Juego de palabras, donde después se incorporó Carola Chávez y allí se puso a gozar y a vivir con más alegría que nunca.
Vivió en México el exilio con su padre Luis Hernández Solis, y allí conoció a José Alfredo Jiménez, a quien yo le pedía que me contara y cantara. Dos veces ganó el Premio Nacional de Periodismo mención Opinión. Fue el chavista más crítico de Margarita. Allí diariamente, en el Sol de Margarita, en su columna, daba clases de ética y de periodismo. En fin, se fue Augusto Hernández, y con él, el Espía Salazar. La alegría está de luto, a media asta, pero lo importante es que sigue aquí.
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