Con superpoderes y vista de rayos X para perforar las fuentes informativas, Clark Kent jamás dio un tubazo ni logró una primicia. Nunca, que se sepa, redactó una noticia. Siendo un periodista anodino, se convirtió sin embargo en el paradigma de legiones de fablistanes. Desaparecido por un tiempo de la redacción de El Planeta, diario emblemático de la Sociedad Interamericana de Prensa, retornó de repente para poner en su sitio al legendario guerrillero colombiano Manuel Marulanda, mejor conocido como Tirofijo. Le pasaron el dato de que al líder rebelde lo vieron fugazmente en Telesur y la kriptonita se le subió a la mollera.
En la persona del subsecretario de Estado para asuntos políticos de EEUU, Nicholas Burns, se fue a Bogotá y para dar casquillo a los vecinos, vociferó que “mostrar fotos de líderes de las FARC es una provocación”. Refunfuñó que una prensa libre no debe hacerlo. Ignoró voluntariamente las incontables veces que el septuagenario guerrillero ha aparecido, no sólo en la televisión colombiana, sino en las “muy libres” CNN, CBS y otras cadenas norteamericanas e internacionales. Obvió también las entrevistas realizadas a tipos como Carlos Castaño y otros jefes paramilitares. Se saltó las películas y documentales que la televisión y el cine estadounidenses han hecho sobre Fidel Castro y Ernesto Che Guevara. Olvidó muchas cosas este Superman.
Clark Kent o Nicholas Burns le dictó cátedra de libertad de expresión a Venezuela, en el mismo momento en que una periodista está presa en su país por el simple hecho (o sagrado derecho) de no revelar su fuente de información, y cuando a la “prensa libre” de EEUU le está prohibido grabar o fotografiar los ataúdes de los soldados gringos que han muerto y siguen muriendo en el invadido Irak. La víspera, otro lapsus de Mr Burns o Mr Kent, agencias estadounidenses había enviado al mundo la foto del Mulá Omar, segundo de Bin Laden y por cuya cabeza su país ofrece 10 millones de dólares, sin que nadie advirtiera que esas agencias yanquis le estaban sirviendo de vitrina al jefe talibán del también invadido Afganistán.
Clark Kent, a cuenta de Superman, borró todos los manuales de periodismo de los mejores tratadistas estadounidenses. Estos sostienen que cualquier crónica, despacho o reportaje sobre un conflicto debe enfocar todas las partes. Un documental sobre la violencia política colombiana no puede omitir a Marulanda, como un reportaje sobre el Irak de nuestros días no puede borrar a Saddam Hussein. De hacerlo, estaríamos hablando de cualquier cosa menos de periodismo. A lo mejor Clark Kent lo ignore, pero el señor Burns lo sabe de sobra, aunque se haga el Simpsons.
La fingida alarma por la imagen de Tirofijo en Telesur sirve de propaganda pero hasta allí. Los colombianos, así Clark Kent insista y la oligarquía cachaca le haga forzado coro, no llevarán el “caso” ante la OEA. Aunque Burns lo dude, los vecinos tienen desarrollado sentido del ridículo. Saben que en el supuesto de que lo hicieran, a Telesur le bastaría con aparecer en esas instancias con decenas de videos de CNN, CBS, BBC de Londres y fotos de las agencias Reuter, EFE, AP, Ansa y France Press de Marulanda y de todos los guerrilleros del mundo y colocarlos sobre la mesa. Pueden estar seguros que Clark Kent cambiaría de traje de inmediato y dejaría el pelero como tantas veces lo ha hecho Superman, en la ficción de Metropolis y en la vida real de Washington D.C.