El término “chavista” o “chavismo” fue acuñado originalmente por la oposición venezolana e internacional; con ellos se pretendió descalificar al movimiento popular que apoyó desde 1998 a Hugo Chávez, en el sentido de reducirlo a una “manada” que sigue a un caudillo.
Se llegó a calificar a ese movimiento popular como “hordas chavistas”, cuando hubo que expresarse en las calles para defender la legitimidad democrática que la canalla fascista trató de burlar. Para las antiguas clases dominantes éramos unos fanáticos, masa hambrienta tras el populista que reparte arepas.
En aquellos primeros años de la Revolución, quienes respaldamos al Presidente Chávez nos llamábamos sencillamente bolivarianos, tal como se desprendía de la reivindicación histórica de El Libertador, que enarboló desde el alzamiento del 4 de Febrero el Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR 200), y fue bandera del proceso constituyente iniciado en 1999, tras la primera victoria electoral de 6 de diciembre de 1998.
Cuando nosotros, como pueblo consciente empezamos a asumir la denominación “chavista”, cuando quisimos enrostrarle a la oligarquía que sí, que éramos fans de un líder, que seguíamos ese liderazgo con pasión, entonces trataron de recular acuñando nomenclaturas como “oficialistas”; pero ya era tarde, el “chavismo” se había consolidado como pueblo alzado políticamente.
Porque eso es el Chavismo, el pueblo alzado contra los malos tiempos.
La gigantesca concentración del 10 de enero en Caracas, para juramentar simbólicamente a Hugo Chávez, como Presidente reelecto, proclamado y ratificado por el pueblo y las instituciones del Estado, inaugura la existencia del Chavismo como fuerza política histórica de impacto internacional.
Las manifestaciones solidarias de presidentes, jefes de Estado, primeros ministros, líderes todos del continente nuestroamericano, evidencian lo que ha sido una realidad latente de la última década: Chávez es el líder de un proyecto político internacional.
La inmensa convocatoria tenía lugar ante la usencia física del líder, a sabiendas que él estaba convaleciente en la isla de Cuba, otra protagonista de todo este proceso sui géneris.
La oposición también se ha empeñado torpemente en hablar de “chavismo sin Chávez”, cosa más absurda.
El chavismo es un fenómeno político inaccesible a las mentes estrechas, cuyo surgimiento está atado eternamente a la historia personal de Hugo Chávez, y cuya existencia está garantizada en el tiempo, por la profundidad revolucionaria de esa vida colectiva que es Chávez actualmente.
No debe extrañar a las oligarquías que la consigna de moda es: “Yo soy Chávez” o “Todos somos Chávez”, para que constaten el grado de compromiso personal que cada ciudadano pone al portar un cartel o una franela con esos lemas.
El Chavismo se le perdió de vista a los tiempos efímeros, es un partido revolucionario internacional, un movimiento cultural reivindicador de valores ancestrales, una nueva forma de humanismo integral.
El Chavismo, es la mejor manera de ser venezolano.
Ildefonso Finol
Chavista de corazón y convicción
Con Chávez en ristre y venciendo, por la gloria vivida y las victorias por venir.
Yldefonso Finol
caciquenigale@yahoo.es
El Socialismo es Vida.
"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador. Guayaquil 5 de agosto de 1829.