Maduro, un pelo “pelao” con Capriles

Churchaman (1957), sostuvo que “Un problema bien planteado está medio resuelto”. La conspiración y los esfuerzos que se vienen realizando desde hace mucho tiempo por desestabilizar al país es un asunto que tiene la calificación de ser un problema político mayúsculo.

Desde la óptica de la revolución debe hacerse una caracterización del problema de tal manera que el tratamiento sea el correcto. Decir por ejemplo que Capriles fue a Colombia a conspirar con la oligarquía colombiana es un buen dato que permite tener una pista, pero esta afirmación, probablemente lleve a una desubicación del problema.

Por supuesto, Capriles no fue a Colombia a tomarse un exquisito whisky y bailar una buena cumbia. Es muy seguro que el viaje de Capriles tuvo como justificación, ponerse en objetivo político, que tal vez fue el de “refrescar” su liderazgo en los sectores más reaccionario de Venezuela. Maduro al darle importancia al hecho y calificar de conspirador a Capriles no abona mucho a la ubicación política del problema y coloca a este señor en una posición que no tiene, no dejando por ello de ser un conspirador. Es posible que con la declaración ofrecida por Maduro, Capriles haya coronado su objetivo de permanecer como una referencia de la oposición, más eso no da razones para tener a Capriles como el cerebro y la fuerza que mueva la conspiración en Venezuela.

Los líderes de la oposición necesitan de Chávez para moverse o hacerse sentir políticamente, pero a veces pienso que la revolución contribuye en esa política de figuración de algunos líderes de la oposición y en eso se distrae. Capriles, no dejando de tener importantes calificativos (fascista, asaltados de embajadas, conspirador) no es la pieza clave de la conspiración y desestabilización en Venezuela.

Cuando mucho, Capriles es un alfil de esa política y un chinito o un buhonero abonan más a los planes de desestabilización, que las acciones y las reuniones que realiza Capriles en Colombia. Las acciones de todos los chinitos y buhoneros actuando mancomunadamente pueden ser una fuerza (torre) con un mejor desplazamiento en el tablero político y sus acciones de encarecer los productos de primera y segunda necesidad, tal vez sean más contundentes en ese proceso de desestabilización. Esto no lleva a concluir, que los chinitos en los abastos y los buhoneros en las calles de Venezuela sean los cerebros y la fuerza de ese proceso.

Conspiran todos los entes del Poder público (nacional y estadal) responsables de asistir financieramente a la producción agrícola, cuando se otorgan importante financiamientos a ciudadanos y ciudadanas que no usan ese dinero para producir y de eso hay bastante en Venezuela. Se sabe que se otorgaron muchos créditos, pero no se conoce en muchos de estos casos cuánto arriman estos “productores” y “productoras” a los centros de distribución del proceso. Conspira por ejemplo, Gas-Comunal, cuando el gas que se produce en las instalaciones del Estado se distribuye como de contrabando. No se encuentra en los sitios donde deben de estar los cilindros y es muy fácil ubicarlos en otros sitios, pero su precio supera hasta en tres veces el precio aprobado por PDVSA.

Los cerebros y financistas de la conspiración están en dos o tres familias en Venezuela que controlan la producción y distribución de bienes de primera y segunda necesidad. Esta conspiración que se hace en nuestras narices tiene sus piezas claves en la banca privada y Capriles es cuando mucho un alfil, pero no es el cerebro de esa maquinación.

marcano.evaristo@gmail.com


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Evaristo Marcano Marín


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