La mediática enemiga, violando el derecho humano a la intimidad, convirtió la enfermedad del presidente Hugo Chávez en campo de batalla biológica, emocional, política y mediática, forjando con ello la aguerrida contraofensiva amorosa de todo un pueblo: el chavismo.
El chavismo venía gestándose en el brío, pensamiento, visión, liderazgo y carisma de un hombre surgido de la pobreza de un pueblo.
El chavismo se forjaba en las Misiones Sociales y, sobre todo, en la lucha de defensa de los logros de la Revolución Bolivariana.
La táctica opositora de convertir la enfermedad del Presidente en campo de batalla había dado un giro inesperado: la batalla personal de Hugo Chávez se transformaba en la batalla de un pueblo por la vida de su líder y defensa de la Revolución.
El chavismo nacía –con tarjeta de identidad, ideas, pensamiento y acción- oficialmente en la movilización y juramento del 10 de enero de 2013; millones de mujeres y hombres tomaban las calles, con una consigna: “Yo soy Chávez”, “Nosotros somos Chávez”.
Chavistas –socialistas y antiimperialistas– hemos cerrado filas, unidos y con una dirección colectiva en defensa de la Patria y la Revolución Bolivariana.
La derrota ha obligado al imperialismo, a la oposición y sus medios, a profundizar la Guerra de IV Generación en Venezuela: terrorismo mediático, escasez de alimentos y productos de primera necesidad, delincuencia, violencia social, etc.
En este contexto –Guerra de IV Generación– el vicepresidente Nicolás Maduro ha denunciado que “factores de extrema derecha han infiltrado grupos armados” para asesinarlo o en su defecto a Diosdado Cabello.
¡Una locura!
oliva2021@gmail.com
