En Venezuela un Presidente se atrevió a actuar con fortaleza contra el licor y el cigarrillo, cuestionando que su publicidad estaba dirigida a seducir a niños y adolescentes al consumo.
El presidente Luis Herrera Campins prohibió la publicidad de licores y cigarrillos por radio y televisión. (Una decisión vanguardista en su época se enfrento a las transnacionales muy poderosas en el mundo)
La oligarquía, dueña de los medios de comunicación, en respuesta a semejante osadía hizo un pacto: vetar de los medios audiovisuales al presidente Herrera.
La burguesía con la complicidad de los ¿poderes? y los partidos, utilizando la concesión que le dio el Estado para explotar el espectro radioeléctrico de todos los venezolanos –¡increíble!–, vetaron al
Presidente de Venezuela y lo cumplieron.
Es la lógica del capital, del dinero, a estos empresarios no les importaba, como tampoco les importa hoy, la salud de la sociedad.
Quién no recuerda cómo los medios de comunicación –en especial la televisión– utilizaban las imágenes de la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, cuando un tanque de guerra intentaba derribar las puertas de Miraflores para ponerlas de fondo en el momento en que el candidato Hugo Chávez (1998) asistía a entrevistas en televisión.
Con esas imágenes –del tanque de guerra– los estrategas de los medios intentaban asociar al candidato Chávez con hechos violentos, con el caos; las empresas de televisión recurrían a la propaganda subliminal para persuadir a los televidentes contra Chávez.
En el año 2002 los medios, con el liderazgo de los dueños de las TV, pactaron para tumbar al presidente Chávez.
El vicepresidente Nicolás Maduro, a propósito de la televisión digital, los ha invitado –sin Globovisión ¿será verdad tanta dicha? – a hacer un pacto por la Patria. ¡Veremos!
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