La unidad no debe ser excusa para descuidar el frente interno

La derecha mintió, miente nuevamente y se burla del pueblo venezolano por su dolor ante la enfermedad del Presidente Chávez. Ellos incitaron públicamente a la rebelión militar, pretendieron prender las calles con sus hordas fascistas, pero fracasaron. El más patético representante de la burguesía parásita del país, Julio Borges, reconoció públicamente lamentarse por la recuperación del Presidente. Otros buscaron hacer lobby ante organismos internacionales para solicitar la intervención extranjera en suelo patrio. Ahora pretenden manipular al pueblo denunciando un supuesto “paquetazo rojo” escondido tras las nuevas políticas cambiarias. Se disfrazan de izquierda y exigen ante las cámaras aumentos salariales, volver a la política cambiaria anterior y reducir lo que ellos llaman “los gastos del Estado”, en realidad se oponen a las inversiones sociales que realiza el Gobierno Bolivariano. Su demagogia burlona es una humillación para pueblo venezolano porque la derecha lo cree ignorante e incapaz de discernir su trampa.

La derecha "venezolana" ha demostrado ser la expresión de lo más bajo, rastrero, oportunista y miserable de la clase política en decadencia; un verdadero cáncer para el país. Su naturaleza y actitud egoísta, inmoral, ladrona, parásita, mentirosa, carroñera y vil encarnada en muchos de sus seudo-dirigentes políticos revelan al monstruo fascista que se alimenta de la ignorancia, el odio y los miedos que carcomen a sus disociados seguidores. Por ello, la batalla contra esta miseria humana exige inquirir en otros campos; de la psiquiatría y la justicia. Frente a un disociado como aquel que pretendió arrebatarle el marcapasos a un valiente adulto que se disponía a defender la dignidad de Venezuela y Cuba frente a la embajada de este último país, no vale el debate de ideas, sino la justicia. Los revolucionarios estamos para hacer la revolución.

El pueblo venezolano y muchos en el mundo esperan más de la Revolución Bolivariana. El gobierno revolucionario lleva a cuesta el peso de la gigantesca responsabilidad de mantenerla y profundizarla ante cualquier adversidad. Nuestra revolución es ejemplo mundial de los cambios necesarios y esperanza para muchos que luchan contra sistema capitalista en decadencia. Los revolucionarios estamos obligados, por miles de razones, a mantenerla viva y revolucionarla a ella misma.

Cierto es, la actual coyuntura exige muchos esfuerzos. Las dos recientes contiendas político-electorales del país, la reaparición de la enfermedad del Presidente Chávez y los esfuerzos por desmentir y denunciar las manipulaciones y la demagogia de la canalla burguesía, así como sus planes desestabilizadores han hecho descuidar el frente interno que esconde al enemigo más peligroso de la Revolución Bolivariana. El imperialismo derrotó a la URSS desde dentro. La unidad nunca debe ser excusa para no denunciar a los infiltrados, a los corruptos, a la ineficiencia de algunos de nuestros burócratas, al burocratismo y los atajos (“empresarios socialistas”, “capitalismo con rostro humano”) que tanto daño hacen a la revolución.

La justicia revolucionaria es moralizante y movilizadora del pueblo. La crítica y denuncia oportuna contra las desviaciones. La planificación para la industrialización y sustitución de las importaciones, en corto plazo, partiendo de los rubros más importantes de consumo nacional. La lucha contra la especulación y la inflación. La escuela de cuadros técnicos-revolucionarios para asumir responsabilidades de Estado, etc. son todas estas tareas urgentes que moralizan y convocan a las masas populares a la movilización permanente.

Durante la pasada campaña electoral del 7 de Octubre de 2012, y luego de la victoria revolucionaria, el camarada Presidente Chávez hizo énfasis en el reimpulso de la Comuna como solución a los problemas del Estado burgués heredado y refirió a la lucha contra la ineficiencia en el Estado. El impulso productivo del país fue claramente plasmado en el Plan de la Patria 2013-2019.

Por ello hoy urge hacer las críticas constructivas y preguntarnos:

¿Por qué no hemos podido alcanzar, hasta ahora, el autoabastecimiento nacional de los productos de la cesta básica de consumo? ¿Qué retrasa la industrialización del país? ¿Cuáles son las trabas que presentan los proyectos productivos más importantes asomados por el Estado? ¿Se tiene claro en el plan productivo las prioridades del país? ¿Qué está fallando en la planificación? ¿Qué sucedió con el Comité Nacional de Planificación (CNP)? ¿Por qué no aprovechar esta oportunidad para reimpulsar el CNP? ¿Por qué se procedió a la devaluación de nuestra moneda sin antes haber tomado otras medidas para obtener mayor liquidez? ¿Qué impide implementar la política Precios Máximos de Venta al Público para evitar la especulación? ¿Es suficiente la multa para el especulador? ¿Por qué los problemas dentro de organismos como INDEPABIS, SUNDECOP, SENCAMER, SENIAT? Estamos de acuerdo en que la gasolina se encuentra altamente subsidiada, pero ¿No es acaso factible discriminar en el aumento de su precio, que los vehículos particulares paguen más por ella, mientras se mantenga el subsidio sobre el sector transporte público al tiempo que se implemente una política pública efectiva para incorporarlos al sistema Gas Natural Vehicular (GNV)?

Sin duda existe resistencia interna a los cambios y al socialismo. La planificación para la industrialización estatal y el control del dios mercado son políticas contrarias a las creencias de algunos de nuestros “buenos” burócratas.

La vanguardia revolucionaria del pueblo está obligada a ser más crítica a lo interno, velar por el cumplimiento del Plan de la Patria y construir el socialismo.

basemtch@gmail.com


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Basem Tajeldine

Marxista. Investigador de temas geopolíticos internacionales en el Centro de Saberes Africanos. Moderador del programa VOCES CONTRA EL IMPERIO, RadiodelSur y RNV.

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