Mientras el Presidente apunta hacia el socialismo del XXI, ciertas instancias del Estado revolucionario se mueven en una dirección muy distinta. Unas a conciencia, otras tal vez sin siquiera darse cuenta.
La denuncia que recibo de parte de mi amigo Lenín Aquino ilustra un caso que, sospecho, constituye apenas una muestra de cómo el capitalismo global y el neoliberalismo salvaje ganan terreno, tanto en lo ideológico como en lo material y concreto, muy a pesar del nuevo planteamiento programático del mandatario venezolano.
Desde Maracay, Lenín denuncia que la Alcaldía de Girardot –controlada por el MVR- pretende otorgar en concesión a una empresa extranjera el manejo del populoso terminal de pasajeros de la capital aragueña, que según sus estimaciones moviliza unas 100 mil personas por día.
Esta privatización -así la define Lenín, aunque sus promotores hablan de "modernización"- retomaría la vieja idea de colocar torniquetes (un peaje, pues) para obligar a esos 100 mil usuarios y usuarias a pagar 300 bolívares por el acceso al terminal. Lo que se traduciría en una recaudación de 30 millones de bolívares diarios, es decir, 900 millones de bolívares mensuales.
Una suma atractiva para cualquier alcaldía, y más aún para el concesionario privado que la recaude, pero que nada dice respecto a lo doloroso que pueden resultar 300 bolívares diarios (600 si el viaje es ida y vuelta) adicionales al pasaje para el bolsillo de los usuarios más pobres, que suelen ser mayoría.
"Existe un antecedente negativo con la empresa municipal de aseo urbano, Calimar, que fue privatizada el año pasado, despidiendo a 800 trabajadores y desmejorando notablemente el servicio", apunta Lenín Aquino en su carta.
Propietario de una pequeña librería que opera en las instalaciones del terminal, el denunciante sostiene que, a la par del plan para cobrar por el acceso a ese lugar público, existe "una jauría de transnacionales encabezadas por Mc- `Donalds, Saas, Movistar, Movilnet y Farmashoping que está presionando económicamente para desalojar al comercio formal nacional y a las cooperativas de buhoneros de los espacios que por años han ocupado en el terminal de Maracay".
El comité de usuarios, agrega, colectó unas 20 mil firmas en rechazo a la privatización y las llevó a Miraflores, junto con un proyecto de cogestión, aprobado en una asamblea de ciudadanos realizada en el terminal.
Cuenta Lenín –no me consta, pero le creo- que, ante la negativa de la alcaldía del MVR a reconsiderar sus planes, "el día 8 de julio el soberano indignado y armado de mandarrias derrumbó las paredes que construía la alcaldía para privatizar el terminal".
Quién sabe si el Presidente está enterado de esas cosas.
Lo cierto es que al intento privatizador le pasó en Maracay como al Muro de Berlín: lo tumbaron a martillazos.
Y fue la muy práctica contribución de los maracayeros al debate teórico sobre el socialismo del siglo XXI.