Lamentablemente y con mucho dolor la semana pasada ocurrió la desaparición física del Comandante y Líder de la Revolución Bolivariana, un hecho que partió la historia política de Venezuela y América Latina en un antes y un después de Hugo Chávez, gústele o no a ciertos grupos nacionales e internacionales.
Difícil son escribir estas palabras sobre Hugo Chávez un hombre de los que hay pocos pero que deberían existir muchos, un hombre que lucho en cuerpo y alma por una idea, por un idea muy loable: la construcción de la Patria que soñó Bolívar; idea que no es una consigna sino un hecho concreto, en el cual se avanzó a pasos agigantados durante los 14 años de su mandato como Presidente, y que tuvo y tiene hoy más que nunca como objetivo la reivindicación de las mayorías excluidas de Venezuela y Latinoamérica.
Chávez el hombre que se dió a conocer ante Venezuela un 4 de febrero de 1992, al ser apresado en un intento de golpe fallido, el cual fue un grito desesperado de un sector militar y civil por la desgracia que venía ocurriendo en nuestra tan mancillada Patria. Chávez un hombre de las dificultades que logró lo imposible al acabar con el bipartidismo adeco – copeyano del puntofijismo para pasar a encabezar un gobierno que sería del Pueblo y para el Pueblo, gobierno que atravesó por todos los tipos de conspiraciones existentes en el mundo y que salió airoso de todas ellas gracias a la unión del Pueblo con su líder.
Ese fue Chávez, ese es Chávez, más que un Presidente o líder político, en lo personal fue un amigo, un maestro, en el cual siempre se podía esperar la palabra o reclamo necesario para esta sociedad tan corrompida por los valores de un sistema corrupto y agresivo hacia las grandes mayorías del mundo.
A pesar de lo anterior, tal como lo dijo el compañero Nicolás Maduro, Hugo Chávez fue el Presidente más vilipendiado e insultado de nuestra historia como República, un ser humano que fue sometido a toda clase de injurias, insultos y descalificaciones, siendo una de las más aberrantes la de adjudicarle la siembra de odio entre los venezolanos, afirmación que aún mantienen algunos comentaristas nacionales e internacionales de los medios de comunicación siendo algo totalmente FALSO, el único “pecado” de Chávez fue rechazar los poderes establecidos de la sociedad venezolana y haber escogido su camino con los pobres del país, dándonos un espacio dentro de la sociedad como ciudadanos, partes de una democracia participativa y protagónica. De ahí la raíz del odio, solo por eliminar las elites educativas, económicas y sociales que permitían a unos pocos tener un estatus que marginaba a una Venezuela sumida en la pobreza; Chávez revirtió este escenario y lo cambió para siempre.
De ahí el gran apoyo que siempre tuvo Chávez de los sectores más humildes, apoyo que se evidenció una vez más durante el traslado del féretro de Chávez desde el hospital militar hasta la Academia Militar, día donde las calles se vistieron de rojo y el Pueblo se despidió e hizo suyo para siempre al Comandante Hugo Chávez, que no es mito ni leyenda sino un ser que vivió y murió luchando por un ideal: Una Patria.
Aunque cueste creer ya no contaremos más con Chávez en presencia física, pero si en espíritu porque de inmediato se hizo millones, millones de seres conscientes del papel que debemos jugar, eliminando de nuestras vidas ese afán por tener cosas materiales y vacías que nunca nos llenan como seres humanos, cambiando estas metas por objetivos más gloriosos como la construcción de un país sólido y poderoso para beneficio propio y de nuestros hermanos del mundo.
Con la herida aún viva por la pérdida de nuestro amigo y maestro Hugo Chávez es necesario colocarnos las botas y salir a la calle a dar la lucha por la continuidad de la Revolución, en una nueva batalla electoral que será el 14 de abril, donde tenemos dos objetivos bien claros: Primero mantener la paz y tranquilidad en las calles de Venezuela para llegar a la fecha de las elecciones y segundo elegir a Nicolás Maduro Moros como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. UNIDAD, UNIDAD Y UNIDAD ES NUESTRA CONSIGNA.
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