El pensamiento y la acción de Nuestro Comandante Hugo Chávez Frías, siempre estuvieron dirigidos en pro del bienestar y protagonismo del pueblo tanto en el marco de la Revolución Bolivariana como de la unidad de Nuestra América.
El Comandante Chávez, fundamentó su ideología y labor revolucionaria e integracionista en la historia común que une a nuestros pueblos latinoamericanos y caribeños: colonización, genocidio, dominio, independencia, guerras fratricidas, neocolonialismo, transformaciones sociales y políticas así como la revalorización de nuestras culturas ancestrales.
La unidad de Nuestra América es un acontecimiento histórico que tiene antecedentes frustrados desde la época de la independencia1. Acontecimientos que tanto ayer como hoy trasciende el campo exclusivamente político, hacia lo social, cultural, económico y comercial.
El Comandante Chávez sabía que para lograr que la unidad nuestramericana avanzara en el contexto de un mundo convulsionado, violento e injusto como el actual, y al mismo tiempo evitar caer en las frustrantes trampas divisorias impuestas a lo largo de la historia de nuestra región, requería asumir la unidad con un amplio contenido de protagonismo popular.
La historia de unidad se inició hace más de 500 años, recorriendo un largo camino lleno de aciertos y desaciertos, sueños alcanzados y arrebatados, decepciones, traiciones, irrespeto, dominio, imposiciones y violación permanente de nuestra independencia, soberanía y autodeterminación de los pueblos.
Ante esta situación, desde la época colonial en Nuestra América se elevaron voces proféticas en los ámbitos: social, político y hasta religioso, que clamaron por la unión. Voces que testificaban la inhumana opresión sufrida por nuestros pueblos originarios en manos de la crueldad y tiranía de los españoles.
Esas voces pasaron a convertirse en voz propia de los pueblos de Nuestra América, traduciéndose en la toma de conciencia de su valor e identidad común. Esta es la voz de nuestro Comandante, consciente de la necesidad de conformar la Patria Grande de nuestros precursores y pensadores: La “Colombeia” de Miranda, la “Gran Colombia” de Bolívar, “Nuestra América” de Martí y la “Realización del Supremo Sueño de Bolívar” de Sandino, por nombrar solo algunos.
Chávez conjuga estos ideales para alcanzar la unidad latinoamericana y caribeña, enmarcada en una Gran Nación soberana e independiente. Ello se constituye en el mayor logro histórico, social, político, cultural y económico, que se gesta en la región desde hace más de diez años de la mano de nuestro Comandante, quién lo convierte en una tarea urgente e inaplazable para nuestra región. Una unidad con visión propia, desde nuestras potencialidades, con un liderazgo social y político que ha sabido interpretar el sueño de sus pueblos.
A partir de su llegada a la Presidencia de Venezuela, en 1999, a través de un movimiento cívico- militar, Hugo Chávez pone en marcha un proceso de transformación político- social, en un marco de equidad y justicia social, que transciende las fronteras nacionales, impulsando igualmente, cambios positivos en pro del bienestar integral (ámbitos: político, social, cultural, económico, entre otros) de Nuestra América, mediante la puesta en práctica de una nueva visión integracionista, rupturista con la tesis clásica de integración bajo el modelo de dependencia de los centros de poder (centro-periferia), basada en la solidaridad, la complementariedad, el apoyo mutuo, la cooperación, la equidad y la justicia social entre nuestros pueblos oprimidos por el capitalismo y por los centros de poder mundial. Esta política rupturista de carácter liberador ha sobrepasado los límites de Nuestra América para consolidarse de igual manera entre los pueblos de África y Asia.
En el contexto del ámbito regional, la política exterior del Comandante-Presidente Chávez se constituye en tres pilares fundamentales de esa nueva óptica integracionista nuestramericana: Primero, el nacimiento de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) en 2004, cuyos principios rectores versan sobre la solidaridad, la complementariedad, apoyo mutuo, la autodeterminación de los pueblos, la equidad y la justicia social. La ALBA-TCP marca un nuevo hito integracionista desde nuestra identidad latinoamericana y caribeña, basado en las potencialidades y necesidades propias de la región, teniendo como protagonistas a los pueblos de Nuestra América. Segundo, la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en 2008, cuyo Tratado Constitutivo definió como fundamento de este esquema de integración: “la historia compartida y solidaria de nuestras naciones multiétnicas, plurilingües y multiculturales”; reafirma la opción por el multilateralismo, el respeto al derecho internacional para lograr un mundo pluripolar, equilibrado y justo en el que prive la igualdad soberana de los Estados y una cultura de paz en un planeta libre de armas nucleares y de destrucción masiva; y asume como objetivo principal la creación de “un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus pueblos, otorgando prioridad al diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente, entre otros, con miras a eliminar la desigualdad socioeconómica lograr la inclusión social y la participación ciudadana, fortalecer la democracia y reducir las asimetrías en el marco del fortalecimiento de la soberanía e independencia de los Estados”. Tercero, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en 2011, cuya Declaración de Caracas expresa: “es el único mecanismo de diálogo y concertación que agrupa a los 33 países de América Latina y el Caribe, es la más alta expresión de nuestra voluntad de unidad en la diversidad”; reconoce la necesidad de concentrar “los esfuerzos en el creciente proceso de cooperación e integración política, económica, social y cultural para así contribuir en la consolidación de un mundo multipolar, justo, y en paz despojado del flagelo del colonialismo y de la ocupación militar”; y resalta la importancia de “la cooperación latinoamericana y caribeña, en el desenvolvimiento de nuestras complementariedades económicas y la cooperación sur-sur como eje integrador de nuestro espacio común y como instrumento de reducción de nuestras asimetrías”.
Adicional a estos tres pilares de la unidad de Nuestra América, el Presidente Chávez, en el marco de la integración energética, fue el principal impulsor de Petrocaribe (2005) proyectando la política petrolera bolivariana y revolucionaria al servicio de los Pueblos de Nuestra América.
Asimismo, la participación de Chávez en la Cumbre de Mar de Plata, Argentina en 2005, fue determinante en términos de confrontar y contener, diplomática y socialmente, las nuevas tendencias panamericanistas de los gobiernos estadounidenses hacia América Latina y el Caribe, que caracterizaron la década de los noventa e inicios de los dos mil con el proyecto imperialista del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
El gran logro del Comandante Chávez para la posteridad se basa en concientizar a los líderes políticos y sociales de Nuestra América de la necesidad ineludible e impostergable de la unión de nuestros pueblos y gobiernos como mecanismo para consolidar nuestra segunda independencia frente
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