Recuerdo cuando Baduel le obsequió un Volkswagen rojo al Comandante y nada parecía estar fuera de la ley; Chávez aceptó el regalo de buena gana y lo usó en una oportunidad para ir a votar.
El General Isaías Baduel era para entonces Ministro de la defensa nacional, por lo que era impensable que traicionara al Comandante en Jefe y menos que fuera tremendo corrupto.
Baduel, que parecía ser hombre de confianza del Presidente, no obstante ya desde las sombras había desfalcado el presupuesto de su despacho en una cifra escandalosamente milmillonaria, así que al destaparse la olla podrida, el Comandante no pestañeó para devolverle de ipso facto al general felón, el referido Volkswagen y, de paso, someterlo a la justicia militar.
Chávez era por todo lo alto un impecable hombre, insobornable, ejemplar e incomparablemente franco, grande.
Su conmovedora grandeza de hombre probo es parte de su legado histórico y esa condición, entre otras de igual suerte, debe guiar al PSUV y en general a todo el gobierno revolucionario.
Soy de opinión que ese Volkswagen debe ser decomisado y expuesto como testimonio de vida, combate a la corrupción, que el Supremo Comandante en Jefe Hugo Chávez puso en práctica.
No faltarán en lo sucesivo “Badueles” cuyas arteras malasmañas merodeen a las sombras del peculado doloso pero, nada mejor que contraponerles la ejemplar enseñanza de nuestro Supremo Comandante en Jefe Hugo Chávez.
Sí de preservar la memoria del Líder se tratase, he ahí un testimonio físico de inestimable valor: La honradez.
Valgan estas reflexiones en virtud de que ayer me pareció haber visto en la pantallita de VTV, al Comandante, manejando el referido bicho; así que una debida aclaratoria a ese respecto no estaría de más.
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