A menos de una semana de haber conmemorado el primer mes de la multiplicación del Presidente Chávez en millones -hoy, como a muchas y muchos, sigo incrédulo ante su vuelo- y a igual plazo de elegir al nuevo Presidente y el destino de la Nación, debemos acudir a votar y garantizar el triunfo del candidato de la Patria, Nicolás Maduro, honrando la confianza que en él depositó el Presidente Chávez como continuador de su legado y seguir construyendo con el Pueblo cada día y en cada lugar, la práctica de la justicia social, de la equidad y la certeza de que un mundo mejor es no sólo necesario sino posible. En resumen, seguir avanzando consciente, firme y sostenidamente en el rumbo socialista.
Esta semana y en la recta final hacia el 14 de abril, debemos sumar a toda costa, priorizando lo que nos une y no lo que nos separa, lo que se traduce en superar los malestares innecesarios que algunos integrantes de las filas revolucionarias han propiciado de un modo sin duda estratégicamente equivocado. Y no porque no deba criticarse sino porque estas posturas, en plena campaña, son inoportunas. Por más diferencias que haya en las concepciones sobre cómo se han encaminado las fuerzas de izquierda, es necesario que ratifiquemos las descomunales diferencias entre los modelos que representan Maduro y Capriles. A esos que en plena recta final electoral tienen la cuasi divina capacidad de señalar las gotas turbias que pueda tener el liderazgo revolucionario -por importantes que éstas sean- entre un caudal de agua clara, les pregunto: ¿Votarán por Capriles? No, ¿verdad? Entonces asuman que éste no es momento de restar ni un voto, no es hora de dividir.
Hay momentos tácticos y estratégicos. Estratégicamente, debemos ser cada vez más incisivos en las exigencias a quienes por distintas razones ocupen alguna responsabilidad de Estado; tácticamente, hay que saber cuándo y cómo. El Presidente Chávez nos enseñó a ser irreverentes en la discusión y leales en la acción, debemos ser responsables con esta enseñanza. Hoy la discusión está abierta y la acción debe consistir en apoyar a quien junto al Pueblo garantiza la continuidad del proceso revolucionario. Quien entienda esto como un salvoconducto o un cheque en blanco, se equivoca. La irreverencia, la crítica y la desconcentración del poder son las banderas que han de continuar ondeando alto en nuestra Revolución.
¡A sumar y con Maduro, a ganar!
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