No tengo a mi madre que la quise tanto, pero tengo a mi Patria que la quiero por ella, por mis hijos, mis nietos y por todos los seres humanos. Los niños y niñas que son de mi Venezuela y del mundo, y que se agarran del faralao cuando ven la cara de Herodes.
Desde este alero que nos dejó Chávez, y al que él mismo denominó La Casa Bolivariana del Abuelo, felicito a las madres de mi Barcelona, de Venezuela y del mundo, quienes emulan a tres progenitoras del universo: María, la de nuestro Redentor, quien murió (lo asesinaron) por su lucha para que se dijera la verdad de lo que estaba sucediendo; crimen que despertó a la comunidad atolondrada cual Lázaro resignado. El hombre, Jesús, mártir, al llegar al Gólgota, la cara ensangrentada, escuchó la voz de su progenitora. Sólo dijo: ¡Madre!.
La segunda, María Concepción, madre del grande hombre, libertador de cinco naciones apabulladas por la férrea dictadura mundial española, como lo fue Simón Bolívar, también muerto y traicionado por la apátrida oligarquía, quien trató de construirle santuarios y pedestales. Y como Simón Bolívar “despierta cada cien años, cuando despiertan los pueblos…”, hasta su retrato y su nombre pretende borrar la misma anti patria 183 años después de su muerte.
Y la tercera, esa gran mujer, Elena Frías de Chávez, educadora de esos niños y niñas que, cuando palpan con su tierna imaginación la cara de un ogro incendiando la pradera para perseguirlos, se cobijan con el amor de todas las madres del mundo. Con el de esa madre primero, si fue ella quien parió al tercer majadero al que llevó a la pila bautismal con el nombre de Hugo Rafael quien, hecho hombre del Ejército venezolano, también murió por despertar y defender a las madres empobrecidas por la misma oligarquía que mató a nuestro Redentor y a nuestro Libertador.
Vaya pues, con esa valiente madre y gran mujer, señora Elena Frías de Chávez, progenitora de nuestro Comandante eterno Hugo Chávez Frías, un grandioso saludo a todas las madres del mundo, en las que están incluidas las coetáneas de la Casa Bolivariana del Abuelo de nuestra Barcelona, ciudad en la que nació Miguel Otero Silva escritor de la cristalinidad de las aguas del Neverí para que las madres dosificaran los primeros biberones.
Y, con amor de Abuelas y Abuelos de esta casa, fundada por su hijo y su camarada de la Milicia, Capitán José Pérez Fernández, el mejor deseo por la recuperación y fortaleza de la Madre del valiente Comandante eterno: Doña Elena Frías de Chávez, la Madre buena.
Patria, Socialismo o barbarie. Venceremos!
*pedromendez_bna@yahoo.es