Estadísticas maliciosas

La Estadística está potenciada, y siempre se ha prestado, para mentir, particularmente cuando es usada con fines publicitarios, comerciales o políticos. No hay, absolutamente, ningún informe industrial, económico o gubernamental, oral, gráfico, textual o tabular que no sufra maquillajes y desviaciones interesadas de cara a mantener su cuota de poder o evitar el impacto competitivo u oposicionista que las mismas estadísticas, manejadas a su vez por sus contrarios, también son presentadas no menos amañadamente.

Por ejemplo, el Banco Central de Venezuela hace pocos años (1997) cambió o corrió el ÍNDICE de PRECIOS al CONSUMIDOR (IPC); lo hizo con la finalidad de que a partir de ese año la inflación ingobernable venezolana luciera estadísticas atenuadas. Por ejemplo: si la base anterior era 1984, y ya el IPC arrojaba valores del un elevadísimo porcentaje para el año 1996, pongamos por caso, entonces, a partir del año 1997 el nuevo IPC sólo reflejaría el incremento de ese último año, y dejaba atrás toda la grosera inflación acumulada, evidentemente inconveniente para cualquier gobierno que ande por allí jactándose de que está haciendo las cosas mejor que nadie.

Efectivamente, en Venezuela, entre los años 1997 (año base), y el año 1999, ya el IPC fue 152%, una elevadísima inflación, pero muy acomodaticiamente admitido por el BCV, y para el agosto de 2005 fue 636,4%, o sea que la vida de los asalariados y del pobre se había encarecido más de seis veces, que es algo así como ser seis veces más pobre.

Pero es que la astronómica inflación acumulada en Venezuela desde el año 1984 hasta el año 1997 fue borrada de los archivos Web de este Banco Central, vaya usted a saber porqué, aunque confiesa en su página que lo hizo siguiendo instrucciones precisas e imperiales del Fondo Monetario Internacional, según el internacionalista programa: PRACEM (programa de actualización de las estimaciones macroeconómicas). Este programa rige para todos los países satélites, y persigue amortiguar estadística y maliciosamente el lastimoso y desestabilizador impacto social que tendría para el mundo asalariado el reconocimiento de que la inflación mundial es inaguantable. Esta inflación subsiste, está allí, pero estas elásticas estadísticas pretenden esconderla como se hace con la basura debajo de las alfombras.

Otro ejemplo: la devaluación del bolívar en Venezuela durante los dos últimos dos años ha repotenciado la inflación, pero como los salarios fueron ajustados a la nueva paridad cambiaria, y como los volúmenes dinerarios lanzados al mercado ahora son mayores, el gabinete económico, el propio Presidente Chávez, y hasta el menos indicado, como lo es el presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, recogen los datos expresados en bolívares depreciados de esos volúmenes de venta, y de esa manera estadísticamente ocultan el reducido volumen real de valores de uso, para esconder que la bolsa de comida y afines pudiera ser igual o menor que antes del cambio de paridad. Otra manera de mentir con las estadísticas. De allí su carácter malicioso, que precisamente no se divulga ni aprende en las Misiones Robinsón.



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Manuel C. Martínez M.


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