Una catástrofe natural, aunque no tan natural si recordamos que estos fenómenos se han incrementado, por el recalentamiento mundial producido por las emisiones de dióxido de carbono, de las cuales EEUU es el primer responsable. La catástrofe producida por el huracán Katrina es precedida, acompañada y seguida por lo que se pensó era sólo desidia gubernamental, pero que tenía otras razones. Así, pese a saberse que el huracán iba hacia Nueva Orleáns, no se tomaron a tiempo las medidas debidas. La información fue tardía, el desalojo de la ciudad se dejó a cada familia e individuo, pues no se instrumentó ningún plan gubernamental de evacuación de la gente. Quienes no disponían de recursos para irse, la numerosa población pobre de la misma, no lo hicieron, y se transformaron en víctimas de las inundaciones y derrumbes y en las decenas de miles de damnificados.
Los diques que protegían a la ciudad de la entrada del mar colapsaron por su mal estado, ante la falta de mantenimiento y la ausencia de reparaciones, que no se realizaron en años anteriores debido a la eliminación de las partidas financieras para esos fines por parte del gobierno central. En 2001, 2002 y 2004, hubo reportes sobre el inminente peligro que corría la ciudad, ante un posible colapso de los diques. O sea que la negligencia u otras razones ya estaban presentes desde hacía años. Ocurrida la tragedia, el gobierno estadounidense no muestra ninguna preocupación por la suerte de los pobladores: mayoritariamente negros y algunos blancos, todos pobres. Bush sigue de vacaciones y su tren gubernamental tampoco responde. Es sólo días después que envían a la Guardia Nacional, pero no para socorrer a los damnificados, sino para evitar los saqueos que se estaban produciendo como consecuencia de la inexistencia de lo más mínimo.
La gente saqueaba para obtener agua potable envasada y comida para ancianos y niños. La orden presidencial es disparar a los saqueadores, con lo cual mostró totalmente su acuerdo la gobernadora del Estado. Defender la propiedad privada, eso sí los moviliza y hace que se pronuncien y tomen medidas. Los periodistas también fueron maltratados, hostigados y despojados de sus instrumentos de trabajo, en un vano intento por evitar que las atrocidades se conocieran. Así actúan estos defensores de la libertad de prensa, quienes permanentemente nos acusan de la inexistencia de la misma en Venezuela. Bush solicita ayuda exterior, como si EEUU no dispusiera de recursos para enfrentar la emergencia. La ayuda le llega en dinero, agua, raciones de alimentos empacadas, tiendas y enseres de campaña, todo lo requerido por el ejército norteamericano en Irak. O sea que tienen para suplir a sus fuerzas invasoras en el extranjero, pero no para atender a los negros y blancos pobres de Nueva Orleáns.
Comienzan a conocerse los negocios, cuando se sabe que las empresas de construcción del Vicepresidente Cheney serían las que realizarían la mil millonaria reconstrucción. Pero lo inaudito es que los planes van mucho más allá y tienen mucho más tiempo, años quizás. Se trata de construir lujosos casinos, hoteles y grandes centros de diversión, precisamente en el estado estelar propiedad de los negros desde hace muchísimos años, para lo cual se debía esperar una destrucción como la sucedida y pasar a despojar de sus tierras a la población negra, en la misma forma como en el pasado hicieron con los indígenas, hasta reducirlos a las actuales “reservaciones”, como se hace con los animales en peligro de extinción. Otro tanto hicieron, luego de la guerra con México, en Alta California con los mexicanos propietarios de tierras, a quienes obligaron a salir imponiéndoles elevados impuestos.
Por esa razón, no construyeron ninguna obra de protección en el pasado; por eso no permitieron la llegada de organizaciones no gubernamentales y sabotearon el trabajo de la Cruz Roja, y por ello obligan a los sobrevivientes negros, a marcharse de la ciudad y dejar sus posesiones, aunque éstas no estuvieran dañadas. He allí, en todo su esplendor, la perversidad gringo-imperialista, que no se detiene ante nada, con prisiones y campos de concentración alrededor del mundo, preparados para la opresión masiva y brutal y el asesinato de todo lo que no les sea grato. Capaces de aniquilar la vida sobre la tierra.