He oído y leído de distintos dirigentes políticos, principalmente de la oposición que dirige María Corina y de los grupos que se mueven con el PCV, que luego de las elecciones presidenciales del 28 de julio pasado, la polarización política presente en el escenario venezolano desde hacía muchos años, había dejado de existir pues los venezolanos se habían pronunciado mayoritariamente por el candidato de la oposición Edmundo González Urrutia, dejando muy reducido el apoyo al gobierno, su partido y su política. Dicho de otra forma, al ser derrotado electoralmente uno de los dos grupos políticos antagónicos, la polarización había cesado, pues los venezolanos ya se habían pronunciado decidiendo la cuestión. Este argumento tiene cierto sentido si, al hablar de polarización, nos estuviéramos refiriendo sólo a la polarización electoral, la cual obviamente deja de existir tan pronto finalicen las elecciones respectivas. Se entiende perfectamente que, si no hay un proceso electoral, no puede haber polarización electoral.
Pero en el caso de la política es muy distinto. Ésta sigue existiendo, aunque ya se haya producido un proceso electoral. La actividad política no termina con las elecciones; es más, no termina nunca. Y a la polarización que siempre nos hemos referido es a la que ocurre en la política, en donde siguen existiendo dos grupos mayoritarios antagónicos que copan todo el escenario político nacional, independientemente que el apoyo popular se haya desplazado, por lo menos por ahora, del gubernamental PSUV hacia los grupos políticos liderizados por María Corina Machado. Esto quiere decir, que el respaldo popular hacia el gobierno o hacia la oposición es sólo parte de la fuerza de que disponen estos grupos. No es la totalidad de la fuerza. El gobierno puede haber visto mermar, en forma importante, su fuerza electoral, pero dispone de otras fortalezas: las instituciones. La Asamblea Nacional, El Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral y el Poder Moral, están todos del lado del gobierno. También lo están la Fuerza Armada y los cuerpos de seguridad del Estado.
Del lado opositor está una mayoría electoral que respaldó a su candidato. Y hago esta afirmación, no porque las actas publicadas en la Web me digan que González Urrutia ganó las elecciones. No. No es eso lo que condiciona mi opinión. Quiero recordar que los dirigentes de los tres partidos que lo apoyaron declararon, ante la Sala Electoral del TSJ, que ellos no tenían ningunas actas, que nunca las habían tenido en sus manos, que fue SUMATE quien se encargó de ésas y que ignoraban quién las había publicado en la Web. Mi afirmación se basa en que el Consejo Nacional Electoral nunca publicó los resultados de los escrutinios por mesa, centro, parroquia, municipio ni por ciudad, por lo que nunca le dio el soporte legal al triunfo de Nicolás Maduro, algo insólito si el triunfo electoral era suyo.
Del lado de las fuerzas opositoras también está el respaldo internacional que tienen. EEUU, la Unión Europea y varios países iberoamericanos vecinos. El gobierno tiene de su lado el apoyo de parte por lo menos de los integrantes de los BRICS+.
Financieramente, el gobierno tiene mucho más respaldo, aunque la oposición goza del manejo de los activos venezolanos en el exterior. Mediáticamente, la oposición tiene el apoyo de los grandes medios de comunicación transnacionales, lo cual significa una fortaleza importante, pero en el ámbito nacional, esta fortaleza está del lado del gobierno. En síntesis, pese a que las elecciones pasaron, el escenario político venezolano continúa polarizado entre el gobierno de Maduro y la oposición de María Corina. Otras agrupaciones opositoras intentan rescatar y desarrollar un centro político distinto de los polarizados, y algunas de ellas pueden anotarse algunos triunfos en este sentido, pero no han logrado despolarizar el escenario político al no tener aún la atención de una mayoría de la gente.