Por suerte con la aparición de la moderna arqueología, antropología y la innovadora tecnología las cosas han cambiado mucho, para bien o para mal. Me voy a basar en los aspectos positivos de las ciencias modernas las cuales permiten tener una nueva visión de la estadía de los humanos en el planeta, muy lejos de los revelados por los viejos, subjetivos y parcializados textos de historias escritos por los europeos y continuados por los americanos sumisos.
Según los eruditos, los que saben de estos tópicos, los primeros homo sapiens, quienes caminaron por estas tierras congeladas o no, fue hace 300 mil años y la escritura se inventó más o menos hace 5 mil años. Esto quiere decir que el 60 % de lo acontecido antes del invento de la escritura no son más que especulaciones, elucubraciones y deducciones a partir de otros acontecimientos. De igual modo, los primeros hombre que pisaron el Nuevo Mundo, que entraron por el estrecho de Bering, fue hace 20 mil años (algo que está descartado), así mismo, la presencia como conquistadores y colonizadores de portugueses, de los Países Bajos, franceses, españoles en estos territorios fue a partir del siglo XV y duró más o menos 300 años, hasta que dichos pueblos lograron su independencia. Quiere decir que los libros de historia muy manipulada, escrito por los invasores, solo relatan el 40 % de lo acontecido en estos territorios, desconocidos por los europeos, desde la llegada de los primeros habitantes. Con un agravante: sus obras no explican nada sobre el proceso de aniquilación de las culturas en las regiones invadidas, bien por las enfermedades traídas por los extranjeros y por la violencia brutal que acabó con buena parte de los habitantes de los pueblos originarios. Sus textos que han servido para relatar algunos episodios parcializados y muy subjetivos, son los libros utilizados por estudiantes de colegios y universidades, hasta en estudios de posgrado.
Algo común entre los historiadores europeos fue que tacharon a los pobladores de estas tierras, quienes tenían presencia en estos predios desde hace 20 milenos, de salvajes, ignorantes, desordenados, paganos o infieles, incivilizados, antropófagos, analfabetos porque no hablaban el idioma del conquistador, además, sin ninguna forma de organización política y social. Fueron por tales textos por los cuales aprendieron la historia manipulada y distorsionada del Nuevo Mundo, que no era tan nuevo, los niños, adolescentes y adultos de colegios y universidades.
No cabe duda de la ignorancia de los conquistadores de una cultura que tenía más de 15 mil años, con imperios tan o más poderosos que los europeos como los mayas, los aztecas, los olmecas, los incas, tarasco, chimú, huari, moche, de ciudades como Tiahuanaco, Huari, Calakmul, Beni, Kaan, Tenochtitlan, lugares prósperos con más de 100 mil habitantes, de asombrosa diversidad, donde se hablaban numerosas lenguas, con comercio nutrido, con desarrollo agrícola como la silvicultura agraria, grandes conocimientos sobre astronomía, tejido, artesanía, ingeniería, matemática (los mayas inventaron el cero), construcción de caminos, acueductos y puentes, elaboración de herramientas, es decir, una cultura notable. Regiones donde millones de personas amaban, formaban familia, adoraban a sus dioses al igual que lo hacían en cualquier parte del mundo. Y no podía ser de otro modo, era la única forma de preservar una cultura por más de 10 mil años, que les permitió, como en la zona del Tahuantinsuyo, erradicar el hambre, que muy pocos imperios europeos lograron tal hazaña incomparable. Buena parte de ese mundo se evaporó después de la llegada de Colón, fue barrido por las enfermedades traídas por los recién llegados y por el sometimiento a los extranjeros por la vía cruel y el terror.
Bastaron 300 años de opresión y violencia para que todo lo construido durante más de 10 mil años de desvaneciera, para que los europeos rubios, ricos y cristianos exterminaron la civilización precolombina y aniquilara poblaciones enteras para imponer la cultura de los opresores blancos recién llegados. Lamentablemente, es esta la cultura que prevalece en el siglo XXI, muy lejos del legado de aquellas culturas ancestrales de los pueblos originarios. Por fortuna existen obras por medio de las cuales nos podemos enterar de ciertas formas de vida de la época precolombina como el libro "Comentarios Reales" de Garcilaso de Vega, "Huasipungo" de Jorge Icaza y "El mundo es ancho y ajeno" de Ciro Alegría. El primero narra parte de la vida y costumbres del pueblo inca antes de la llegada de Colón y los otros dos, nos cuentan los vestigios de la forma de organizarse los comuneros, los labradores, herederos de los antiguos quechuas y aymaras, que laboran en aquellas dunas frías del altiplano ecuatoriano y peruano.
Después de 300 años de dominio de los europeos en América, una vez erradicada la cultura de los pueblos originarios, las nuevas generaciones ya no hablan el idioma de sus ancestros, tampoco adoraban a sus antiguos dioses para no ser considerados infieles, escriben, piensan y actúan como blancos. Es decir, se blanqueó una cultura con más de 15 mil años de existencia, bien por la vía de las enfermedades traídas por el extranjero o bien por el exterminio genocida de millones de aborígenes.
Surgen en el siglo XVIII en Sudamérica los llamados criollos, descendientes de los blancos europeos, quienes por no haber nacido en la península estaban imposibilitados de ocupar ciertos cargos importantes en el gobierno colonial, una especie de segregación o discriminación. Argumento suficiente, aprovechando la invasión de Napoleón a España, para aspirar la independencia de varios países sudamericanos, entre ellos Venezuela. Ciertamente,, estos nuevos líderes, se formaron en la cultura de los blancos, estudiaron por libros escritos por europeos, por lo que pensaban y escribían en el idioma colonizador, en nuestro caso en español. En la mentalidad de estos nuevos aspirantes a los altos cargos del gobierno colonial no tenían ninguna influencia de los pueblos originarios, prácticamente eran culturalmente blancos.
Algo notorio, en la guerra de independencia de América no hay evidencias de la participación de alguna tribu o de ningún jefe de alguna tribu para ocupar un alto cargo en el ejército libertador. Así mismo, tampoco los libros de historia registran reuniones de los generales del ejército libertador con alguna tribu indígena, prácticamente parece que no fueron tomados en cuenta en la guerra de independencia. La mayoría de los jefes del ejército libertador eran criollos, herederos de los peninsulares o mestizos con herencia blanca.
Lo anterior se demostró en la primera constitución redactada en el 1811 para separar a Venezuela de los reinos de Castilla y Aragón, tal estatuto tenía influencia de los colonizadores. Según dicha carta magna solo podían elegir y ser elegido para un cargo en el congreso a la presidencia, quien poseyera propiedades y buenas rentas, por lo que estaban excluidos los indios, y los pobres. En una población donde el 80 % de los habitantes era analfabeto no tenían derecho al voto ni ser elegido para un cargo, además, los esclavos permanecerían en la ignominiosa esclavitud y se declaraba obligatoria la religión católica. La mujer estaba excluida de todo derecho.
Finalizada la guerra de independencia el blanqueo de la cultura no finalizó, la organización política y administrativa heredada de los colonizadores se mantuvo, todavía en el siglo XXI se habla de cabildo, congreso, alcaldía y gobernaciones. Nada se sabe sobre la organización política, económica, social, militar de nuestros pueblos originarios. La tierra cambió de dueño, ya no eran los peninsulares los amos de la tierra y de los esclavos, después de la independencia los amos y señores de la tierra fueron los generales del ejército libertador, entre ellos, Páez, Mariño, Soublette, los hermanos Monagas, entre tantos, muchos de lo que pelearon por la libertad a lado de Simón. Contra estos fue que peleó Ezequiel Zamora al grito "tierra y hombres libres" dado que la tierra que Bolívar les entregó a sus soldados, pasaron a manos de los nuevos latifundistas, la oligarquía libertadora.
Después de la independencia, no solo en Venezuela, en América, la cosa no cambió mucho. Los indios siguieron sumidos en la pobreza trabajando en las plantaciones como peones por salarios de miseria, los pobres siguieron pobres y los esclavos continuaron trabajando de gratis para la nueva clase latifundista, es decir para los generales que pelearon al lado de Simón. Esta esclavitud permaneció hasta 1854, cuando el Congreso promulgó el fin de la esclavitud, con un agregado adicional, los dueños de esclavos debían ser recompensados y se les debió pagar por los esclavos liberados. Entre los beneficiados estaba incluido el presidente José Gregorio Monagas quien, junto con sus hermanos, también era dueño de grandes extensiones de tierra y esclavos. A estos últimos, verdaderos víctimas de la ignominia, no se les recompensó por nada, muchos se quedaron en las haciendas como peones mal pagados.
Así se blanqueó la política venezolana, desde que se promulgó la independencia de Venezuela hasta que el presidente Hugo decretó el estado comunal. Tal decisión es lo más parecido a lo que se podía pensar en una forma de concepción de la organización de un colectivo de acuerdo con los pueblos originarios: la organización del pueblo en comunas para que estas, mediante el empoderamiento, logren resolver directamente los problemas de las comunidades. Son estas las que están contacto directo con las adversidades que afectan la calidad de vida de los habitantes y por lo tanto, conocen las vías para resolverlas. Esto, sin la necesidad de los trámites burocráticos que afectan la marcha de las comunidades. Las comunas y los comuneros no son nada nuevo en las organizaciones indígenas, es la forma de tratar y llegar a la solución de los problemas. De allí la importancia y la necesidad de los jueces de paz, son los propios miembros de un colectivo quienes deben dirimir las cuestiones vinculadas con los litigios de los vecinos, en los pueblos originarios era o es el chamán quien lo hace, pasado el tiempo, el consejo de ancianos.
La única manera de superar el blanqueo de la política venezolana impuesto por los europeos por más de tres siglos es la implantación del estado comunal. Debemos buscar en nuestra raíces el modelo adecuado para superar y deslastrarnos de lo que no sirvió para resolver nuestros problemas, quizás por esto el presidente Maduro, al igual que Hugo insiste en el estado comunal. Ni la ilustración francesa, tampoco el modelo anglosajón, ni la democracia burguesa nos sacó del atolladero al cual caímos a partir de 1811. Quizás por esta razón el comandante Hugo arengó en un consejo de ministro en 2012: "Comunas o nada". Lee que algo queda.