Envalentonada por los resultados de las recientes elecciones, la derecha en Venezuela -tanto sus operadores nacionales como los agentes del imperialismo- han profundizado una estrategia de lucha política que, en los hechos, ha colocado al gobierno chavista a la defensiva, o cuando menos, en un estado de alerta ante las amenazas que se ciernen sobre el futuro de la opción socialista bolivariana. La efectividad de esas tácticas se comprueba al imponer su agenda y obligar al gobierno bolivariano a responder los ataques adversarios sin iniciativas propias ni concretas. Estrategia que será tanto más exitosa cuanto más el gobierno persista en el error de librar el combate en el terreno mediático que le proponen los enemigos de la patria. Lo que la derecha desea es que Maduro y su gobierno se empantanen en el estéril terreno de la polémica y la discusión interminable. Impidiéndole de este modo, poner énfasis en la gestión y continuidad del legado de Chávez (expresado básicamente en el Plan de la Patria).
No debería ser así, porque la delicada correlación de fuerzas que hoy existe en Venezuela no se modificará en una dirección favorable al chavismo en virtud de la eficacia discursiva de Maduro, de los ministros o los líderes del PSUV sino por la capacidad que demuestre el gobierno para reorganizar y reanimar a un pesado e ineficiente aparato estatal, hiperburocratizado y con inocultables focos de corrupción.
En esta coyuntura post-electoral, la derecha intenta construir un clima que dificulte la gobernabilidad del sucesor de Chávez y le abra un espacio para exigir un referendo revocatorio en unos tres años. El peor error seria, entregarle las banderas de las demandas insatisfechas y aspiraciones populares a una derecha que las enmarcaría como parte de su proyecto ideológico. Es preciso desarticular políticamente esa base social sobre la cual podría apoyarse el bando opositor, pues definirá el destino de este proceso.
No hay dudas, el gobierno de Nicolás tiene que -sin perder un minuto más en enfrentamientos mediáticos verbales- concentrar todos sus recursos en la batalla contra la inseguridad personal, el acaparamiento empresarial, el burocratismo de Estado, el clientelismo oportunista, la ineficiencia en el gobierno y la inmensa corrupción en todas sus expresiones. Vicios que deben ser abordados con el concurso de todos de manera franca, honesta y revolucionaria. Así mismo, se debe hacer una revisión de la actuación del PSUV y el papel que juegan los funcionarios en cargos directivos. Nunca debemos dar por consolidado un proceso que es imperfecto y que necesita de constante revisión y mejoras. Siempre se cometen errores en cualquier movimiento revolucionario, sin exclusiones de ningún tipo, ni país. Siempre será importante resaltar los logros del gobierno revolucionario y el avance en la construcción Socialista pero también debe darse espacio, tanto a la crítica constructiva como a la autocrítica de las ideas, a la detección de las fallas, a las denuncias que desde las comunidades y las bases se hacen a funcionarios corruptos e ineficientes. Eso, aunque a muchos les parezca descabellado, suma voluntades. Duele decirlo y parece mentira, pero los Majunches siguen marcando la agenda. Todavía se está a tiempo de enderezar el rumbo, pero hay que poner manos a la obra, ahora mismo, y diseñar una reconstrucción política que permita recuperar la iniciativa y pasar a la ofensiva. Esto quiere decir, librar el combate contra la derecha en el terreno que elija el gobierno y no en el preferido por la oposición: el malicioso pantano de los medios. De igual manera, es indispensable que Nicolás continúe su Gobierno de Calle. Acción política acertada para recuperar los espacios (hoy disputados por la movilizada derecha) pero esta debe estar acompañada de mano firme para acabar con la impunidad e impedir que se pierda la patria, consecuencia de una conflictividad y de la sociedad impuesta por la derecha vende patria. Para todo esto, es necesario madurar la revolución: "mandar obedeciendo, junto al pueblo siempre y para el pueblo". Este es el único sendero para salvaguardar el proceso bolivariano.
AMANDO VENCEREMOS (Julián Conrado)