La conducta especuladora que se instalo en la conciencia de los comerciantes venezolanos, no tiene parangón con el comportamiento de otros comerciantes en otros países del mundo.
Muchos de estos comerciantes, son descendientes directo de esa colonia de extranjeros que llegaron a Venezuela durante el gobierno de Marcos Pérez Giménez, inmigrantes provenientes de Europa, después de la segunda guerra mundial, quienes llegaron a este país con el propósito de dedicarse a la agricultura y a la construcción.
Superada la primera etapa de su llegada a este país, que no fue muy fácil, pero que sin embargo, muchos lograron superar y establecerse a lo largo y ancho de nuestros pueblos.
En esta forzada inmigración, muchos llegaron solos, dejando a sus familiares cercanos a la espera de un destino mejor, como en efecto sucedió, tanto es así que años después, muchos de ellos lograron traer a sus seres queridos.
Aquellos que se radicaron en las ciudades, que fueron los más, después de trabajar en la construcción, se dedicaron al comercio en todos los renglones.
Esta población de inmigrantes, traían la cultura de sus pueblos, donde los márgenes de ganancia en cualquier actividad comercial era razonablemente modesta, y donde sus poblaciones no estaban sometidas a los sobresaltos de la alteración desmedidas de los precios de los artículos y servicios.
En más de una ocasión oí decir a portugueses, españoles e italianos, que en sus países, la actividad comercial era como un apostolado, porque ninguna familia se enriquecía de un día para otro, tenían que trabajar muy duro y por muchos años para amasar cierta fortuna.
Extrañamente los descendientes de esas familiares extranjeras , que se fueron estableciendo en el país , años después del derrocamiento de Pérez Giménez, fueron modificando su comportamiento como comerciantes y comenzaron a participar en una carrera por alcanzar fortuna rápidas.
Fenómeno que tiene sus raíces en la presencia nefasta del capitalismo, que hizo su aparición en los gobiernos de la cuarta república y que comenzó a cambiar los parámetros de vida de los venezolanos de nacimiento y por adopción.
El capitalismo introdujo en nuestra sociedad, el afán al lucro fácil, el derroche, el consumismo y el desprecio por el país y también fue invisibilizando nuestras costumbres y manifestaciones culturales. Cambios que se tradujeron en abandono a nuestra idiosincrasia, con la consecuencia negativa para nuestro gentilicio, toda vez que los descendientes de esos hombres y mujeres extranjeros que en su tiempo contribuyeron con su trabajo a la economía del país, observan que hay venezolanos de nacimiento, que contribuyen al deterioro de nuestro nacionalismo, plegándose en muchos casos a las directrices del imperio.
Lo que significa que si no nos duele la patria a los que en ella nacimos, que tanto podemos esperar de quienes tienen sus raíces en otros pueblos del mundo.
De allí la resistencia que apreciamos en esta nueva camada de comerciantes, a retomar el ejerció de la digna profesión de comerciante, que fue orgullo para esos pilares extranjeros que cultivaron otra forma de ejercer la digna actividad de comerciante.
El ejercicio de la profesión de comerciante hoy, es sinónimo de especulador, acaparador, estafador, avaricioso, capitalista, deshumano, inescrupuloso, delincuente y atracador del salario del pueblo.
Con estos calificativos, que van en boca del pueblo, se ha generado una confrontación altamente dañina, tanto para los que ejercen la actividad comercial, como para el pueblo consumidor, por cuanto por un lado el pueblo trata de protegerse de la voracidad de los comerciantes y estos a la vez, inventando las mil maneras de cómo burlar las acciones del pueblo para sustraerle su sueldo y salario.
Ante esta realidad, que parece no tener vuelta atrás, el gobierno, llama al pueblo a organizarse en Consejos Comunales, comité de consumidores, Brigadas de protección al consumidor, y reforzamiento de las acciones de los organismos del Estado, como INDEPABIS, GUARDIA DEL PUEBLO, POLICÍA NACIONAL.
Acciones que como podemos ver han tenido poco efecto, si tomamos en cuenta los resultados: Especulación galopante, acaparamiento por todos lados, contrabando de mercancía incontrolada y para colmo una parranda de funcionarios corruptos protegiendo a los comerciantes inescrupulosos y apátridas.
Sinceramente no creo que por esta vía esta la solución, Hay un refrán que dice “El que invento la Ley invento la trampa”. Nuestros organismos públicos, que tienen relación directa con estos problemas, lamentablemente, están minados de funcionarios provenientes de la Cuarta República, que se la saben todas en materia de cómo burlar la Ley, que ellos mismos hicieron, los cuales conociendo la idiosincrasia de nuestros comerciantes de ahora, saben cómo acordarse entre ellos, sin dejar huellas, tal como decían antes “Los Adecos roban pero no dejan huellas”.
De verdad que me quedo asombrado al ver el despliegue policial que el gobierno ha echado a la calle y sin embargo los comerciantes siguen acaparando los alimentos, especulando en las narices de los policías y guardias nacionales, contrabandeando atreves de las alcabalas instaladas en la frontera con Colombia.
TODO ESO ME LLEVA A LA CONCLUSIÓN DE DECIR, que el único que tiene la solución al problema de la especulación es el MISMO PUEBLO.
Veamos el planteamiento siguiente: El pueblo sabe que el comerciante de hoy, no tiene escrúpulo, para especularlo. Que le importa un comino si el obrero o la obrera dejan el salario o el sueldo en la compra de sus productos a precios super abultados...Que no le duele si el trabajador o trabajadora tiene que sacrificar la diversión de sus hijos para poder alimentarlos.
Además el pueblo sabe que el comerciante de hoy, acapara y desaparece los productos para encarecerlos, creando la necesidad artificial, para que los trabajadores y trabajadoras, se vean obligados a pagarlos a cualquier precio, como consecuencia de los escases producida por ellos mismos.
Frente a un enemigo que tiene este comportamiento, me presunto ¿QUE ARMA MAS IMPORTANTE TIENE EL PUEBLO PARA DERROTARLO?
La respuesta El BOICOT
El proceso revolucionario tiene una base de apoyo de 7 700.000 revolucionarios potencialmente consumidores.
Por lo tanto, si sabemos que nos están especulando con el precio de la carne, no compremos carne por un mes.
Lo mismo ocurre con el pollo, Pescado, y todos los productos que son objeto de especulación, no lo compremos por un mes.
Para llevar adelante estas acciones, no hace falta policías, Guardias Nacionales, ni Indepabis, solo hace falta la voluntad política revolucionaria.
Pues demostremos y demos el ejemplo de una actitud revolucionaria los millones de militantes del Polo Patriótico, haciendo un llamado a todas las fuerzas sociales que acompañan este proceso revolucionario a demostrar que el poder reside en el pueblo.
Hagamos del BOICOT nuestra arma para derrotar a la especulación.
Ya basta de seguir alimentando el bolsillo de tus propios verdugos.
Dejemos que el Gobierno del compatriota NICOLÁS MADURO haga su trabajo para combatir este flagelo de mil cabezas, que hasta ahora ha resultado un cuero seco, mientras tanto que el pueblo utilice lo más importante que tiene para dar esta batalla, ES SU VOLUNTAD A NO DEJARSE JODER POR ESTOS COMERCIANTES APÁTRIDAS.
Hernan Urbina
Guerrillero Ayer- Combatiente Siempre
Correo: tresraices_m200@hotmail.es