El título predispone a algunos enfermos opositores a quienes el pensar en “un carro para el pueblo” los lleva a la Alemania de principios del siglo XX, aunque sueñen con un Audi o Porsche.
En las permanentes tertulias con nuestro amigo Alfredo Castro (bisnieto directo de Cipriano Castro), construimos ideas y soluciones que se expresan en: “Ojalá el Gobierno hiciera” tal o cual cosa.
Así nació la idea de vehículos modelo único para Venezuela, que respondan a las exigencias ecológicas, económicas y a las aspiraciones del pueblo.
Un “vehículo modelo único” pudiera ser una idea para satisfacer la demanda del mercado y solucionar colateralmente otros problemas: robo y hurto de vehículos, garantizar repuestos, ahorro de divisas, crear fuentes de empleo, etc.
La idea consiste en que el Estado adquiera progresivamente, a los grandes fabricantes de vehículos, algún modelo –descontinuado o no– por cada tipo: carro familiar, camioneta 4×4, vehículo de pasajeros para zonas troncales, camión de carga, etc.
El Estado adquiriría absolutamente todo lo que implique la fabricación y producción de los vehículos. La idea es mejorarlos (innovación) y adaptarlos a las nuevas exigencias de calidad y protección ambiental.
Cada año se construirán los mismos modelos, con las innovaciones de rigor, a precio de venta justo –sustentable- y con los márgenes para: la inversión en investigación e inversión social.
Esta posibilidad evitaría que un país o empresa determinada se vaya de nuestro territorio y nos deje sin asistencia técnica y sin repuestos.
Ello permitiría a nuestras universidades ampliar líneas de investigación e innovación, dar mayores oportunidades de empleo a ingenieros, técnicos, obreros especializados, diseñadores, etc.
En pocos años tendríamos una industria automotriz de grandes proporciones y miles de empleos calificados y mayor independencia.
Esta idea puede ser un primer papel de trabajo para los ministerios de Industria, Comercio y Finanzas.