Con la invasiva cobertura de Globovisión, Televen y Venevisión, la derecha plasma el retrato de un Estado ineficiente, corrupto y débil que axiomáticamente clausura la política exterior venezolana a causa de las “discrepancias” entre el PSUV y el Presidente Maduro, a quién le adjudican la “desaparición” de la cancillería y el mal manejo diplomático del caso Snowden: aquí –remarcan- no existen ni el asilo humanitario, ni avión presidencial que goce de inmunidad en el cielo abierto.
Igualmente, a propósito de la subasta para el otorgamiento de divisas del SICAD, la matriz de crisis económica es el vector mediático de ataque al Estado. Los operadores de la derecha insisten en el “experimento fracasado”. Leopoldo Castillo –con la misma desfachatez de Richard Mardo invocando a Dios- insta a que “salga la oferta privada” y derogar la ley de ilícitos cambiarios. Que “aprieten y aguanten”, remata el “moderador” más vinculado a la derecha fascista.
El “gobierno ineficiente, sumergido en la corrupción desde hace 14 años”, el endeudamiento de PDVSA, la crisis cambiaria e inflacionaria, la corrupción del Fonden y el Fondo Chino, son temas que afianzan la tesis de que el “socialismo genera escasez, inflación y empobrecimiento”.
La permanencia de la crisis universitaria, a pesar del cese de algunas huelgas de hambre y de las Mesas de Diálogo, no dan pie para que los gremialistas “ultras” concluyan el conflicto: en TV anuncian su radicalización.
Tanto la matriz de la crisis en el sector salud, acentuada con la regularización de las clínicas y la advertencia de paro en los laboratorios, más la sensación de que el modelo chavista es catastrófico, son claves reforzadas con adjetivos como nivel de vida bajo, optimismo decaído, país infeliz, depresión colectiva: caos.
Así no ve la canalla mediática, así quiere que nos veamos entre nosotros.
