Cuando se es adolescente el entusiasmo y la inmadurez interfieren en la mejor comprensión de los procesos políticos. Recuerdo haber utilizado alguna vez, en la euforia de mi juventud militante, la expresión que titula este artículo, para aludir a una situación futura en la que el carácter de subordinación de nuestro país al imperio norteamericano se revirtiera. Era, ahora lo sé, más un deseo de “redención” cristiano, que el producto del análisis cabal y sistemático de la teoría revolucionaria. Ironía del destino, de alguna manera los gringos ya lo están haciendo pero no en el sentido de reivindicación histórica con el que yo entonces utilizaba la oración sino en otro, menos digno.
Sucedió hace pocos días, al llegar a casa mi compañera me da la sorpresa: consiguió en algún supermercado de la ciudad el tan preciado papel higiénico -¿Y adivina de donde viene?- me preguntó. Cómo fallar en la respuesta si el empaque mostraba unos osos blanquinegros y decía en grande “Panda”. Como con indiferencia y aires de saberlo todo le dije: de donde más… de China. -¡No!-, ¿de Uruguay? -¡tampoco!, ¿de Argentina? ¿de Cuba?, ¿Bolivia?...Nombre a todos los países de la Alba, Unasur, de Petrocaribe, MERCOSUR, la Celac, países amigos y nada, no acerté. –De la mismísima Gringolandia- me dijo, dejándome en el desconcierto total.
Que yo sepa Maduro fue al Sur a negociar por petróleo alimentos y otros productos que escasean acá en Venezuela, no a Estados Unidos. Entonces ¿cómo es posible que de repente sea este país quien nos provea de esos artículos tan necesarios para nuestra higiene y para darle en el cogote al acaparamiento y la especulación?, ¿que Cadivi suelte dólares para que un empresario importe desde el imperio el papel de marras? ¡Que bochorno! Por que además (déjenme decirles) es una delicia, suave y resistente como el que más, sin riesgo de contaminación de esquerichia coli, toda una experiencia que agradece esa parte de nuestro cuerpo que ignora la belleza de un día soleado. Nada que ver con el similar chino que dicen es un espantajo por lo burdo y peligroso por que se rompe a la mínima presión, en fin, todo un bodrio del capitalismo chino que no solamente es salvaje si no también chapucero.
Qué hacer entonces aquí, sentado en el baño pensando en lo que alguna vez alertara el mismo Mao: en cómo echar al capitalismo gringo por la puerta delantera sin correr el peligro que se nos meta por la trasera –en este caso- el capitalismo chino si ya lo tenemos dentro con Fondo y todo y su respectiva cuota de corrupción. Quizás lo mejor será hacerse el sueco, no tratar de ser más papista que el Papa, a fin de cuenta fue Chávez quien los metió (¿sería estrictamente necesario?), y para los efectos imaginar que estoy utilizando un oso panda y disfrutar por lo pronto de la escatológica seducción de las delicias del capitalismo salvaje, pero exquisito, de los gringos.
Saludos
Jutor2000@gmail.com
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