Buenos días; buenas tardes; buenas noches; no queremos violencia; no
estamos armados; somos gente de paz; preferimos pedir que robar; no pedimos
limosna; saquen sus celulares y no menos de 10 bolívares.
Cuántas veces usted ha escuchado estas mismas palabras, unas más, unas
menos, en la camioneta de pasajeros. Imagino que cada uno tiene una
historia que contar. Muchos les reclamamos a los conductores porque ellos
mantienen las puertas de las unidades abiertas y esto les facilita el
abordaje y el desembarque. Pensamos que los choferes conocen a esos sujetos
que en actitud intimidante, a cualquier hora del día y en cualquier lugar
de Caraca, nos cobran una suerte de peaje.
Y decimos que es una suerte de peaje, porque es como muy normal que cada
quien tenga en su cartera una partida presupuestaria para estas
contribuciones involuntarias a estos sujetos que impunemente andan por las
principales avenidas de nuestra ciudad.
El cobro de peaje en las camionetas de pasajeros y lo llamamos así porque
son muy pocos los que logran evadir el martillo que a cualquier hora del
día o de la noche le aplican los sujetos (y decimos sujetos, por respeto a
quienes me leen, por no emplear aquí el vocablo que realmente se merecen).
Recientemente fuimos víctima de una acción de esta naturaleza. Era un día
normal de trabajo. 8:00 am, a la altura del Hospital Pérez Carreño, tres
sujetos mal vestidos, mal vestidos no porque su ropa estaban fuera de la
moda. Mal vestidos porque tenían los pantalones inmundos en el más estricto
sentido de la palabra, rotos y mostrando algo de sus partes íntimas,
abordan la unidad. Uno se abre paso entre los pasajeros de pié y se va a la
parte de atrás, otro inicia su petición y el tercero se coloca
estratégicamente en la puerta de la unidad, tal vez para evitar que una
víctima se le escape.
Se bajan en la siguiente parada. En menos de 5 minutos, y sin que nadie
opusiera resistencia, se llevaron los celulares que más les agradaron y la
tarifa mínima, los 20 o 50 bolívares de quienes allí viajábamos.
Y uno, con la impotencia entre pecho y espalda, los ve alejarse, chequeando
el botín recién sustraído; y ni un policía en unos cuantos kilómetros a la
redonda para decirle: “se llevaron mi celular”.
El llamado es al Plan Patria y a sus autoridades. Estos hechos se vienen
registrando frecuente e impunemente en Caracas, y tal vez ocurran
igualmente en el resto del país. Qué pasa si algún pasajero se pone
nervioso. Tal vez hasta allí llegaría y no podría alertar a su familia
sobre este nuevo estilo de pedir contribuciones.
Las camionetas de pasajeros las usamos la gente trabajadora, los
estudiantes, los jubilados, madres y padres de familia, todos somos gente
decente, por favor a meterle la lupa a ese tema que como bien lo ha dicho
el profesor Carlos Lanz esto podría ser también una práctica mata votos.