Desaparecido
El 23 de septiembre de 1992, César Peña La Cruz disparó contra Antonio Ríos, entonces presidente de la CTV y miembro del Buró Sindical de AD. No lo mató, pero sí logró herirlo de gravedad. La acción, denominada “Operación Dignidad”, fue reivindicada por una agrupación hasta entonces desconocida: las Fuerzas Bolivarianas de Liberación. La angustia que entonces vivió la familia Ríos la experimenta ahora la suya. Peña La Cruz está desaparecido desde el pasado 19 de julio, cuando salió desde Guacara hacia el Estado Amazonas. En un comunicado, sus familiares y amigos dicen sospechar que se trata de una campaña de exterminio y desapariciones forzadas, que atribuyen a “sectores de la descomposición policial que aún se mantienen en los cuerpos policiales del país”.
Firman el documento María Bernieri (esposa), María Herminia de Peña (madre), Carlos Partidas (concejal MVR- –Guacara), Alexon Sánchez (concejal MVR- Guacara), Dr. Limin Wu (médico y luchador social), José Félix Valera (legislador del Estado Vargas), Germán Márquez (secretario general del sindicato de trabajadores de la Alcaldía de Guacara). Peña La Cruz pagó su delito con la cárcel, como corresponde de acuerdo con la ley. Si en efecto ha sido víctima de una desaparición forzosa, estaríamos en presencia de otro delito que también obliga a la persecución y castigo de sus autores. Para mí, la vida es sagrada, al margen de toda consideración política: tanto la de Antonio Ríos como la de César Peña.
Taquitos
NUEVAS TRIBUS. El presidente Chávez anunció la expulsión de las Nuevas Tribus, a propósito del Día de la Resistencia Indígena. Nelly Arvelo Jiménez, del departamento de Antropología del IVIC, y quien convivió con los indígenas del Amazonas, cuenta en un trabajo presentado en 1990 que la lucha por esa expulsión comenzó en 1974, por impulso de un pequeño grupo de ye- `kuanas habitantes de la zona evangelkizada del río Cunucunuma y de la comunidad de La Esmeralda, del Alto Orinoco. Esa lucha cobró impulso de dimensión nacional con la proyección de la película Yo hablo a Caracas, de Carlos Azpúrua –el cineasta, no el de La Marqueseña-, protagonizada por el sabio e historiador ye`kuana Barné Yavarí.
“Toda esa gran movilización fue sofocada con veladas referencias y, en oportunidades, acusaciones abiertas en el diario The Daily Journal de que la lucha anti-Nuevas Tribus era parte de un movimiento comunista que utilizaba la excusa de los indígenas como chispa inicial para encender un movimiento social”, acota la investigadora. FALCÓN. Me escribe el colega Hernán Lugo Galicia, de El Nacional, para abogar, por enésima vez, por su pueblo natal, Moruy, del Estado Falcón. Dice Hernán: “Moruy, un pueblito de Paraguaná, conocido por la película “Canción Mansa para un Pueblo Bravo” y sus sillas coloniales, cumplió el pasado lunes 10 un aniversario más: 410 años sumido en el abandono. Las calles no están asfaltadas y el servicio eléctrico es deficiente.
La paradoja es que su nombre está impreso en un tanquero petrolero y los pozos ubicados en Falcón Nor-Este. Su iglesia, donde se venera a San Nicolás de Bari, es considerada una de las 10 hoyas arquitectónicas de Venezuela y la más antigua de la Península. Moruy es la segunda parroquia del Municipio Falcón con más habitantes: 6.887, según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Sus habitantes no quieren “canciones mansas”, sino hechos concretos”. CITA.
“Que los africanos vengan a pedir socorro a los mismos que les roban demuestra su desesperación; que los que les roban reciban su demanda de socorro con balas y palos demuestra la irrevocable ignominia del capitalismo. Podemos hacer guerras lejanas, imponer programas de ajuste estructural, firmar en un despacho un acuerdo comercial y destruir diez países sin violar en apariencia ningún mandamiento. Pero si llaman a nuestra puerta unos hombres que tienen hambre y sed, entonces no nos queda más remedio que romperles la cabeza, dispararles y abandonarlos en el desierto”. Santiago Alba Rico, en www.rebelión.org