Insistiré en la tesis de que en Venezuela maniobran fuerzas de operaciones especiales de otros países: grupos súper entrenados que penetran diferentes países, asesinan, crean pánico, sabotean, inutilizan servicios públicos, desestabilizan gobiernos y salen o se mimetizan con la población sin dejar rastro.
En Venezuela suceden “extraños accidentes de tránsito, secuestros, asesinatos disfrazados de ‘hampa’, continuos ¿desperfectos? en los servicios públicos, exagerada presencia paramilitar, proliferación de drogas en liceos, barrios y urbanizaciones, desabastecimiento; alza de precios, etcétera, hechos que sugieren que Venezuela pudiera ser víctima de operaciones especiales de una guerra irregular”.
Es obvio que hay venezolanos apátridas que participan y contribuyen en dichas operaciones, que tienen como objetivo derrocar al Gobierno y destruir el proceso de cambios pacíficos que transforman la economía y la cultura en Venezuela.
Hace unos días, el ministro de Petróleo y Minería, Rafael Ramírez refiriéndose a las causas de la explosión en la Refinería Amuay, afirmó: “A nosotros no nos queda duda de que nuestra mayor refinería del mundo fue saboteada, fue algo muy bien trabajado y estudiado”.
Jesse Chacón, ministro del Poder Popular para Energía Eléctrica (MPPEE), ha afirmado que el apagón que afectó al país el 3 de septiembre se originó por “un acto intencional sobre la malla que cubre la torre número 6 del Sistema La Horqueta-La Arenosa”.
Ambas declaraciones dejan muy claro que estamos ante actos terroristas, de agresión, componentes junto a la guerra económica de la compleja guerra de IV Generación a la que someten a Venezuela.
He insistido en que:
“Uno de los objetivos a cumplir para lograr la victoria en la guerra de cuarta generación es: la destrucción ética y moral de la base social, de la población que apoya y defiende al Gobierno Bolivariano
La proximidad de las elecciones municipales del 8 de diciembre tiene desesperados al Pentágono y a sus lacayos, ¿venezolanos?, que con su guerra económica buscan por todos los medios destruir la conexión emocional y política del pueblo con la Revolución"
La oligarquía parasitaria y el imperialismo buscan: “la destrucción ética y moral de la base social, de la población que apoya y defiende al Gobierno Bolivariano.”
El imperialismo aprendió y muy bien de la experiencia chilena que culminó con el derrocamiento de Salvador Allende. Tengo la percepción que estamos reaccionando muy lento ante la guerra de IV generación que desarrolla el imperialismo -que incluye "Fuerzas de Operaciones Especiales- y la oligarquía parasitaria.
Estamos obligados -vital- a investigar -en el terreno- el impacto de esta guerra en la percepción de la población y dar respuestas inéditas, creativas y contundentes.