Había dejado de viajar a Caracas porque el trayecto en bus se me hace insoportable, no tanto por mi edad que ya es un poco larga, sino por mi condición de viejito tullió. Tuve La oportunidad de una cola y la aproveché para ver a mi nieta que este año, comenzó su último año de bachillerato.
Ya en casa de mi hija, invité a un gran camarada, que conocía en la década de los sesenta con el apodo de El Guapo. Siempre que voy a Caracas lo contacto a él y otros grupos de viejos camaradas para conversar. En esta oportunidad, lo entusiasmé con la preparación de un guisaó de chucho salaó que había llevado. Mientras preparaba el guiaso de chucho, conversábamos sobre muchos temas, pero aún no llegaba al punto que siempre me ha interesado trabajar con él. Como no lo tocaba y como sé que trabaja en el CGF, le pregunté sobre cómo estaban andando los proyectos financiados por el FCI y cómo aparecía Anzoátegui en esa ejecución, respecto a los otros estados.
Quiénes siguen mis artículos, han debido leer en algunos de ellos, que Tarek William Saab salió raspaó en el manejo del Fondo de Compensación Interterritorial (FCI) porque el Director de COVINEA, Isidro Molina no pudo ser más inefectivo. El nivel de ejecución de proyectos anualmente no pasó de un 35% y lo que es peor de esta ineficiencia; era que los dineros estaban en COVINEA o en las cuentas que tenía COVINEA en los bancos. Ni el CLE ni la Contraloría del estado pudieron percatarse de algo que era público y notorio. Todos sabían de esta colosal ineficacia, menos el Consejo Legislativo, la Contraloría y Tarek William Saab.
El camarada no me habló en extenso de Anzoátegui. Sin embargo me ofreció información sobre el país, que es como otra luz roja encendida en el tablero en donde debe evaluarse la trayectoria del proceso. Esta luz roja no es cualquiera luz roja. Es una luz roja encendida que envía una señal de las situaciones (debilidades y falta de valores) de un punto clave del proyecto bolivariano que hemos denominado Poder Popular, que por supuesto, no juzga todo el desempeño de ese poder o los muy pocos que han asumidos con entereza esta responsabilidad. Hay señales que trasmiten una mala sensación y que llevó a mi nieta a plantearme una pregunta al final de este encuentro. Ella estuvo ahí colaborando con la picada de los aliños.
Hay en estos momentos una cantidad considerables de proyectos de las comunidades organizadas consejos comunales-, financiados por el FCI que son objeto de una guerra. La guerra no es precisamente por ejecutarlo y terminarlo en el tiempo previsto. La guerra no es porque las obras queden bien, sino porque hay consejos comunales que ya se les vencieron sus períodos y otros que entran. Los que entran, quieren los reales y los que salen, no tienen interés de soltarlo. Son proyectos que están en el limbo o para ser más preciso, son proyectos que están en una paila del infierno y el olor que desprende de esa paila es corrupción o fuchi, como al final me dijo mi nieta.
El camarada Guapo, no dejaba de resaltar esa situación y tal vez mi nieta se fijó en ese detalle. No ofreció datos sobre la cantidad de proyectos en el país que están en esa paila, pero afirmaba que eran muchísimos y casi todos tenían relación con esa situación de querer ponerle la mano a los recursos.
No me dio detalles sobre el país, pero el dato que el día siguiente me confirmó sobre Anzoátegui, es como parte de esa señal y de su gravedad. En Anzoátegui hay 80 proyectos que se encuentran en esa paila del infierno. 80 proyectos que el FCI no sabe cómo hacer con ellos y los voceros y voceras se pelan por el manejo de los recursos. Si el objetivo de un Consejo Comunal, tal y como lo recoge el artículo 1 y 2, es servir de palanca para la participación y mejoramiento de las comunidades; el asunto luce sencillo, ética y políticamente, pero si es otra cosa, nos dice que algo anda mal.
Un detalle, que no es un simple detalle ni una excepción aunque lo parezca-, según lo que me dice el camarada Guapo, es que hay situaciones en proyectos de adquisición de equipos y maquinarias, cuyos costos de preinversión son altísimos y este tipo de proyectos, según su opinión, no justifican una preinversión y menos por montos tan elevados.
Veamos Un caso de muchos de los que me dijo El Guapo.
En anaco para un proyecto de adquisición de máquinas se está incluyendo más de 190 millones en preinversión. Según me cuenta El Guapo, estos proyectos no tienen ninguna exigencia técnica, como la puede tener una obra de infraestructura. Los Proyectos de adquisición requieren de una justificación y las cotizaciones que se le exigen a las empresas que venden los equipos. Más de 190 millones en ese proyecto de Anaco y para preinversión, no puede explicarse y entenderse, sin pensar ese esa luz roja encendida y el llamado Poder Popular en el borde del barranco
Al rato y después que el camarada saboreó su chucho guisaó y se retiró de la casa de mi hija; mi nieta me preguntó: Abuelo, ¿es Poder Popular o Viveza Popular? Intenté explicarle, pero no me entendió mucho y me dijo, es fuchi. Ese fuchi me desarmó. En la mañana, ya con la mente más despegada se me ocurrió solicitarle una explicación al camarada Reinaldo Iturriza, que es mucho más ducho y teórico que yo en estos del Poder Popular. Camarada Iturriza: ¿Será que puede explicarle a mi nieta esa pregunta que me hizo?