“…..Al que roba un vestido se le llama ladrón; y el que pudiendo no viste al desnudo, ¿no merece igual denominación? pues el pan que tu retienes pertenece a los hambrientos, el vestido que guardas en los armarios pertenece a los desnudos...”.
Esta expresión de San Basilio calza bien en estos tiempos que estamos viviendo en Venezuela, donde algunos comerciantes, “gente de bien según se consideran ellos”, acaparan los bienes de consumo que requiere el pueblo, para luego venderlos con sobreprecio. Hay quienes viven permanentemente en colas comprando artículos económicos que no son para su consumo sino para timar al prójimo.
Ahora pregunto acaso es menos ladrón el que te cobra por un bien o servicio con el triple de lo que cuesta o el que el que te apunta con un arma para despojarte de tus pertenencias. Claro el primero es un robo voluntario porque te puedes negar-dependiendo de la necesidad-, el otro es a juro. Pero sin duda, coincido con San Basilio: ambos son ladrones y deben ser sancionados y juzgados de la misma forma.
Es más, ya acostumbrada- a que me reviertan esta opinión con un “porque no te vas a jinetear a Cuba “a lo cual yo responderé y porque más bien no coges tu un avión para Miami el paradigma de la libertad y la democracia, porque yo no tengo problema de vivir aquí con este régimen socialista- Soy de las que creo que el delito por acaparamiento y especulación debe ser penado al máximo ya que es un acto criminal que atenta primordialmente contra la salud y la vida de niños, niñas, ancianos y ancianas, que son la población más susceptible.
He visto en establecimientos comerciales vigilantes que revisan las bolsas y las facturas a la salida- lo cual es una práctica ilegal- para constatar que los clientes no les roben mercancía, cuando paradójicamente en la caja ya les han birlado la cartera al cobrarle un precio injusto ¿acaso esto no es un robo? Mano dura, Presidente, contra los especuladores y hambreadores del pueblo.