Hay un tumbao en nosotros, seamos chavistas o escuálidos, pueblo u oligarcas, que nos hace andar con una cierta oblicuidad: el desapego atávico por la disciplina y el orden, la ligereza ante leyes y normas de conducta, así como la irresponsabilidad por los actos realizados y por los incumplidos. Siempre serán de otros las causas de nuestras ausencias. Ni Chávez con el 4F, nos hizo cambiar.
La oposición le endilga al gobierno todos los males que sufre la nación y este señala que todo lo que ocurre lo inventa la oposición, o es culpa de ella. El gobierno “socialista” lleva 14 años transfiriendo insensatamente a la burguesía rapaz buena parte de la renta petrolera pero los llama saboteadores.
Damos discursos sobre el poder popular como camino al socialismo, pero (todo lo que se diga antes del pero, no cuenta), nos desgarramos por unas elecciones municipales que eligen gobiernos unipersonales, la mayoría ineficientes, muchísimos corruptos y siempre, bloqueadores del colectivo
En El Hatillo la burguesía, grande y pequeña, que aquí habita, no percibe las chapucerías de los alcaldes que ellos han elegidos en seguidilla, por el contrario, le achacan al gobierno, los problemas municipales que sufrimos.
En el colmo de la oblicuidad, el que parece (según las encuestas locales) que va a sustituir a la alcaldesa embasurada, utilizó el dinero de la gobernación de Miranda para promover su candidatura con un “operativo” de bacheo. No sólo demostró ligereza ética, también demostró su total incapacidad para atender algo bien, así sea con dinero ajeno: los huecos bacheados volvieron a aparecer en sólo tres días. Si creyera en dios diría, ¡que nos coja confesados!
En el lado “del proceso”, con una votación que, ni siquiera llegará al 15% de los votos que se emitan, con un candidato que dice: si logro la victoria lucharé por… (?) y un partido que lo dejó solo; votar es un exceso. El Plan de Desarrollo de la Usura Local no lo para nadie.
