Funcionarios estadounidenses rememoran calurosamente el asesinato de Che Guevara, mientras discuten estrategias para contener a Venezuela y aplastar la amenaza izquierdista que se extiende por América del Sur
Traducido para Rebelión por Germán Leyens. Revisado por Laura del Castillo
John Maisto, el máximo funcionario de EE.UU. para Latinoamérica, estuvo involucrado en la muerte de Che Guevara, y con sus casi cuarenta años como promotor de la guerra fría sigue conspirando para contener a la izquierda.
Maisto reconoció su participación en el asesinato durante una reunión realizada en una sala de las oficinas de una ONG patrocinada por el gobierno de EE.UU, ubicadas en la calle 15 de Washington, DC, un par de pisos más abajo que la Fundación Nacional por la Democracia [NED], frente al periódico pro-gubernamental The Washington Post y a unas tres manzanas de la Casa Blanca. La reunión fue auspiciada por USAID – el programa de ayuda a países extranjeros del gobierno de EE.UU- y portaba inofensivo nombre de “El camino cuesta arriba: La supremacía de la sociedad civil en la búsqueda de la democracia y del desarrollo a través de los procesos interamericanos”.
Antes del comienzo de la reunión, ingresaron unos cincuenta participantes y fueron saludados por miembros de las ONG que habían sido subcontratadas por USAID para realizar el evento. Entre los participantes había gente del Departamento de Estado, USAID, y la OEA, pero la mayoría pertenecía a ONG financiadas por el gobierno de EE.UU., como Transparencia Internacional, y DAI, el contratista de USAID en Venezuela que financia a grupos de la oposición. El Banco Mundial y el BID también estaban bien representados.
Una vez que los participantes tomaron asiento alrededor de las mesas hubo una vuelta de presentaciones. El orador de renombre era John Maisto, el jefe de bigote, gafas y pelo canoso de la delegación de EE.UU ante la OEA*. La reunión trató numerosos temas, pero el eje central fue la revelación de una nueva estrategia de EE.UU para contrarrestar la renovada fortaleza de los gobiernos izquierdistas latinoamericanos dentro de esta entidad.
Desde 1999, gobiernos izquierdistas han sido democráticamente elegidos en Venezuela, Uruguay, Argentina, Chile, Brasil y Ecuador, y han habido importantes avances de la izquierda en México, Bolivia, y en todo el Caribe. Estos países han estado afectando el control y la dominación de EE.UU. en todo el hemisferio. El debilitado poder de EE.UU. dentro de la OEA se reflejó en la elección de su Secretario general, que tuvo lugar el año pasado, en la que EE.UU. había respaldado al antiguo presidente salvadoreño Francisco Flores, que pese a ser neoliberal, perdió la votación. De esta manera, un bloque caribeño y sudamericano venció y el ministro del interior chileno, de centroizquierda, José Miguel Insulza, fue elegido como secretario general de la OEA.
La idea de Maisto para remediar la decadencia de EE.UU implicó la creación de un plan para debilitar el poder de esos gobiernos dentro de la OEA. Actualmente, sólo la rama ejecutiva de cada país está representada. Maisto distribuiría la representación de cada país miembro en una mezcla del poder ejecutivo elegido, más las ONGs o lo que el llama ‘Sociedad Civil’. De esta manera, en lugar de un solo representante por país, habría varios: el representante del gobierno del país y los jefes de las ONGs locales. En el caso de numerosos países en todo el hemisferio, las ONGs en cuestión son financiadas y controladas a través de diversas entidades del Departamento de Estado, USAID y NED. Así, cada país estaría representado por una combinación de su gobierno democráticamente elegido y de intereses estadounidenses en ese país, a través de sus ONG. Esto subvertiría el papel de los gobiernos elegidos por la OEA en beneficio de EE.UU, o por lo menos eso es lo que Maisto pretende.
Una gran estafa, pero desde las revelaciones sobre el financiamiento del gobierno de EE.UU. de la oposición venezolana a través de ‘ONGs’, esta es una propuesta condenada al fracaso. Y, además, EE.UU. no es el único país que puede comprar ONGs.
Maisto habló largo y tendido, sobre cómo contrarrestar a Venezuela y cómo las ONGs pueden moverse rápido – a diferencia de los gobiernos . Así mismo, se refirió a la próxima ‘Cumbre de las Américas del 4 y 5 de noviembre de 2005, en Mar del Plata, Argentina, e incluso sugirió que el símbolo del evento fuera un colibrí . Toda la audiencia asintió al unísono, siguiendo obedientemente las órdenes de su jefe, quien, después de todo, depende directamente de Condoleezza Rice.
Luego, ocurrió algo verdaderamente extraño. Un acicalado individuo de unos sesenta años, elegantemente vestido (blazer azul, camisa blanca y corbata a rayas diagonales) se alzó entre el círculo de mesas. Era Timothy Towell, el jubilado y antiguo, pero omnipresente, embajador de EE.UU. en Paraguay. Luego de hablar de la manera de contrarrestar la amenaza de Chávez, alardeó: “He trabajado con John Maisto durante años, desde que estuvimos juntos en Cochabamba, Bolivia en 1967, cuando nos libramos de Che Guevara. Si eliminamos una amenaza, podemos librarnos de otras”. Con ello, evidentemente se estaba refiriendo a Chávez. El embajador Maisto, que estaba sentado, aprobó con entusiasmo.
Hasta ahora, en las historias oficiales sobre la muerte de Che Guevara en La Higuera, Bolivia, no ha habido referencia alguna a la presencia de yanquis. La CIA estuvo representada por un agente originario de Cuba – Felix Rodriguez –, y también estuvo presente el mismo grupo de oficiales del ejército boliviano que lo había herido y capturado, así como otros oficiales bolivianos que llegaron poco después de su captura. Las historias oficiales dicen que la orden de asesinar a Che provino de otra parte: “los oficiales no sabían de dónde vino la orden, pero pensaron que provenía del nivel más elevado” según un documento desclasificado del presidente en La Paz de aquel entonces. Pero los antecedentes documentados concuerdan y discrepan en varios detalles. ¿Puede ser que la orden haya partido de los yanquis en Cochabamba? Después de todo, el gobierno de EE.UU. suministraba todo el dinero para la campaña de contrainsurgencia hasta el punto de que en un documento desclasificado del Departamento de Estado se vanagloria de que “Ernesto Guevara cayó en manos de nuestros soldados”.
Sea como sea: El asesinato de Che Guevara fue extrajudicial, ya que ni él ni sus compañeros de armas fueron juzgados antes de ser ultimados. Como tal, la muerte de Che constituye una grave violación de los derechos humanos. En el mejor de los casos lo que demuestran la fanfarronada del embajador Towell sobre su participación, y la aprobación de Maisto, es que el liderazgo de la política de EE.UU. no ha cambiado gran cosa desde los días de la Guerra Fría. Y en el peor, confirman su participación en un homicidio. Así, no es sorprendente que tenga problemas con el resto países americanos.
* ¿Quién es John Maisto? La historia oficial
El embajador John F. Maisto nació en 1938 en Braddock, Pennsylvania, EE.UU. Obtuvo en 1961 una licenciatura en ciencias en la Escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown y una maestría en artes de la Universidad de San Carlos de Guatemala en 1962, sólo tres años después del golpe patrocinado por EE.UU. contra el presidente democráticamente elegido, Jacobo Arbenz.
Antes de entrar al Departamento de Estado en 1968, Maisto trabajó para el Centro Binacional en Córdoba, Argentina (1963–1966), y luego como ‘encargado adjunto de asuntos culturales’ en la Agencia de Información de EE.UU. (conocida en aquel entonces como “U-CIA”) en Cochabamba, Bolivia (1966–1968).
Después de unirse al Departamento de Estado, sirvió como asistente administrativo de su Instituto de Servicio Externo (1968–1969) antes de llegar a ser encargado económico y comercial en la embajada de Estados Unidos en La Paz, Bolivia (1969–1972) durante el período en el que el dictador boliviano, el General Banzer tomó el poder. Luego sirvió como encargado de relaciones internacionales en el Centro de Operaciones del Departamento de Estado y asistente especial en la Oficina del Consultor, y posteriormente como encargado de relaciones internacionales en la división de Asuntos Andinos en la Oficina de Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado (1973–1975).
Entre 1975 y 1982, Maisto actuó como funcionario político en la embajada de EE.UU. en Costa Rica (1975–1978) y luego en las Filipinas (1978–1982). Llegó a ser director adjunto y después director de la Oficina de Asuntos Filipinos en la Oficina de Asuntos del Este Asiático y del Pacífico del Departamento de Estado desde 1982 a 1986, antes de ser jefe adjunto de misión en la embajada de Estados Unidos en Panamá (1986–1989).
De 1989 a 1992, sirvió como representante permanente adjunto de EE.UU. en la Organización de Estados Americanos, antes de llegar a ser asistente del secretario de estado adjunto para Centroamérica y Panamá (1992). Después de un año en ese puesto, fue embajador del presidente William J. Clinton en Nicaragua (1993–1996) antes de pasar a ocupar ese mismo cargo en Venezuela, (1997–2000), de donde partió después de la elección del presidente Chávez.
En 2001, el presidente George W. Bush lo nombró Asistente Especial y Director Superior de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado para la Consejera de Seguridad Nacional, Dra. Condoleezza Rice.
El embajador John F. Maisto fue nombrado por el presidente George W. Bush representante permanente de EE.UU. en la Organización de Estados Americanos el 25 de marzo de 2003. Prestó juramento el 31 de julio de 2003 y fue nombrado Coordinador de EE.UU. para la Cumbre de las Américas el 18 de julio de 2003.