Mar del Plomo

Osvaldo Bayer Alguna vez soñamos con un gran encuentro de los pueblos de América. Con grandes desfiles de hermosas muchachas llevando guirnaldas de flores moviéndose a ritmo de danzas. Coros de niños en las esquinas que terminaban en saltos y vivas. En hombres jóvenes con palas y picos que marchaban para construir.

Pero la realidad es otra. Mar del Plata, hoy. Mar del Plomo. Todo es uniforme. Hasta se ha tratado de ajustar los cuerpos femeninos con pantalones y chaquetas que montan palos y cartucheras. Las mentes cerradas del pecado y del castigo han llegado a encerrar ese anuncio de la generosidad maternal enlatándolo en la amenaza. Todo es mirada de amenaza. Cómo se llama, de dónde viene, adónde va. Identifíquese. Documentos. Todo es vallado, obstáculo, impedimento, sospecha. Pecado. El arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, vigila. Todo somos malos mientras no se compruebe lo contrario. Todos protegemos a Bush. Bush, Bush, Bush. Hasta las arenas de las playas son vigiladas por un submarino que prepara sus armas ante cualquier cangrejo. El caracol y sus laberintos son sospechosos.

Somos todos terroristas. Autos blindados. Se atraen nubes para tapar el sol. Desde las azoteas de los hoteles para ricos se vigilan las lomas por si aparece algún piel roja o un mapuche. La única que tiene flores es la estatua del gran Julio Argentino Roca que cuida de nosotros. Se ha logrado, por fin, la unidad americana. Extrañamos a Pinochet, Videla, sí, sí, sí, y a aquel Onganía.
Ni flores, ni muchachas con flores por las calles ni coros de niños. Esta vez sí, CIA, Servicios, Montada, Infantería, vigilantes, agentes, guardianes, detectives privados, claro está, pesquisas, comisarios, cabos, sargentos, oficiales, oficiales primeros, guardia civil, aduaneros para que vayan aprendiendo del futuro, mariscales, largavistas, calibres.

Argentinos a sus cosas. Futuro Bush.

Pero la Cumbre de los Pueblos. De los Pueblos. El nombre lo dice todo. Chacareras, milongas, zambas, pasar de las penas son de nosotros las vaquitas son ajenas a las alegrías son latinoamericanas las vaquitas son de todos. Voces con plumas y ecos de serranías sin fin y de playas con peces dorados y botes con guirnaldas. De uniformadas con palos y cartucheras a cuerpos femeninos desnudos en pedestales del arte, arte, arte. El obispo Aguer se tapa los ojos y escupe en el mar azul.

Defender el sistema. Doscientos veinte millones de latinoamericanos con menos de dos dólares diarios. Defender el ALCA. Diez por ciento de desocupados. El trabajo esclavo. Los trabajadores culorrotos que invaden las fronteras. Palo y a la bolsa. Mexica roñoso, peruca inmundo, bolita tarado. América para los norteamericanos.
Nos llegó el Air Force One de Bush. Las tres carabelas de Colón. Esto es mío, mío, mío.

Berlusconi: estoy orgulloso de ser aliado de Bush. Ah, bueno. El último triunfo de Bush: proponer al juez Samuel Alito, famoso por ser enemigo del aborto, por haber reducido los derechos a los discapacitados, por otorgar a la policía más facilidades para allanamientos, por eliminar ciertos derechos a los asalariados. Bien, ese es el camino. Después de eso, el ALCA para los latinoamericanos. Según la revista especializada The Lancet, en Irak han muerto ya 98.000 civiles desde que Bush liberara desde los cielos el petróleo. Ah, bueno. No es para tanto. Después de todo, murieron por las barras y estrellas. El huracán Katrina, entre tanto, limpió de pobres a Nueva Orleans. El color de la pobreza es negro. Ya se sabe.

Moral y fuerza. La Liga Patriótica Argentina fue fundada por el perito Moreno en el Barrio Norte y sirvió para barrer a los obreros de la Semana Trágica que pedían las ocho horas de trabajo. Indisciplina, hombres sin patria, extremistas. Y marcó las fronteras. Viva la Patria, carajo. De Richard Nixon a Ronald Reagan a George Bush. Viva la Patria, carajo. Pero la Cumbre de los Pueblos. Va a estar sabrosito.

Les envié a la Cumbre de los Pueblos este saludo. Y las calles de Mar del Plata se me llenaron de jóvenes muchachas que llevaban guirnaldas de flores, de coros de niños que terminaban saltando y levantando los brazos, de hombres con picos y palas que iban a la obra común de los pueblos. Este fue mi mensaje: “Mar del Plata”.
El cowboy mequetrefe nos viene a meter miedo con sus veinte mil agentes, sus tres mil alcahuetes de la CIA y sus funcionarios cotizados en dólares. Pero no les tenemos miedo a esos caranchos de la carne podrida. Quiere quedarse con la Amazonia, el agua eterna del Paraná y las pampas de nuestros tehuelches, ranqueles y mapuches. Pero no será así. Porque aquí siempre lo esperará algún Emiliano Zapata, algún Augusto César Sandino, algún Agustín Tosco, y las Madres de Plaza de Mayo de manos limpias y corazones de pura sangre rebelde, igual a sus queridos hijos nunca muertos.

No se podrá llevar nada a pesar de sus misiles atómicos y sus portaaviones. Fíjese señor Bush que pese a que a Tupac Amaru lo destrozaron los colonialistas con la cruz a puñalada limpia no pudieron parar al San Martín de las cordilleras, al Bolívar de las planicies ni al Moreno de las ideas indómitas. Aunque se venga con los Videla, los Somoza, los Pinochet y los Stroessner, no va a poder poner pie. Aunque se venga con todo su equipo de falderos y gusanos intestinales, falsificadores de la dignidad americana.

Ya no va más. Jamás va a poder revivir a los niños de Irak, a las rosas de Vietnam, a los pibes muertos no nacidos en el vientre de las madres de Hiroshima. A los héroes latinoamericanos de la lucha contra el imperio. A los torturados de Guantánamo. A los explotados de los sandwiches macdolianos y la coca cola. Usted dispara su Colt con silenciador y después recién pregunta o ni siquiera pregunta.

Sólo hay verdadera vida en la dignidad.

Cuando se trabaja en solidaridad y honradez no se necesita un vallado de 250 manzanas con que se encierra a Mar del Plata por su visita ni miles de uniformados en las calles.
El que crea violencia recibe violencia. No es como dice Macri en su eslogan electoral: “Para dejar abiertas las puertas de nuestras casas aseguremos bien las puertas de las cárceles”. No, señor Macri, désele trabajo a la gente y pan, techo y escuela y va a ver cómo no se necesitan cárceles.

Pensar que Bush es presidente del país donde prendieron su luz los Mártires de Chicago, aquellos que fueron ahorcados por la Justicia norteamericana por pedir el derecho digno de la jornada de las ocho horas de trabajo. Bush, si hubiera sido juez los hubiera ahorcado hoy a esos magníficos seres humanos. Cien años después, la Justicia norteamericana pidió disculpas diciendo que se había equivocado. Claro, cien años después. Bush ni eso haría después con los crímenes de lesa humanidad de Irak y Afganistán.

Se ha deslizado desde las altas esferas de Bush que en Latinoamérica reina la corrupción. ¿Y qué es, acaso el empleo de la fuerza bruta de Bush sino la corrupción del alma y la mente? Un verdugo ramplón.

Cuando se leen los escritos de Simón Rodríguez, aquel maestro de Bolívar, o los de nuestro Mariano Moreno de cuáles eran las esperanzas de una América libre y solidaria, uno sólo puede estallar en carcajadas sarcásticas o hundirse en la melancolía al escuchar los discursos de este presidente yanqui, mezquino y trivial.
Lo sabemos, en Mar del Plomo habrá cinismos, lisonjas, promesas, se cambiará todo para no modificar nada. Porque si no, el capital norteamericano ya lo hubiera cambiado por otro, a este sheriff mandón y vacío de ética.Tenemos que empezar a respirar con los pulmones llenos. Por eso el camino es el pensamiento bolivariano de los Estados Unidos latinoamericanos, del Mercosur al Mercado Común sin límites en la América latina.

En Mar del Plomo, con este imperialismo de Texas no vamos a lograr nada honorable ni honrado. Digámosle la verdad en la cara a Bush y a sus hombres de la siniestra CIA.
Hagámoslo por nuestros niños con hambre, por nuestros jóvenes sin trabajo, por nuestros viejos humillados.
El Che Guevara nos está mirando.


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