En el Imperio Bizantino se designaba al hijo o hija mayor del emperador reinante, quien lo sucedería a su muerte, con el título de “Porfirogeneta” hasta el momento en que ascendía al trono imperial. La palabra significa “nacido en la púrpura”, en alusión al color que ostentaban los emperadores en sus vestimentas y ornamentos y en medio del cual nacían esas criaturas que con el tiempo, si no derrocaban o mataban a sus padres, lo cual no era infrecuente, o si ellos mismos no eran víctimas de algún “accidente”, llegarían a asumir el Poder: el Poder púrpura, que no reconocía límites y que reunía en la persona del Emperador todos los poderes: militar, político, económico, religioso y de vida y muerte sobre sus súbditos.
Hoy en día, aquí en Venezuela, un grupo de aventureros de la ¡y que oposición!, con aspiraciones de hacerse con el poder absoluto, como ya lo ha demostrado en más de una oportunidad, y evocando aquel tiempo lejano, se ha cobijado a la sombra de un purpurado ya caduco, cuya misión dentro de la curia romana culminó con una actuación al frente del Banco Ambrosiano de El Vaticano que despertó muchas suspicacias y determinó su retiro. Estos aventureros, entre los cuales se encuentra un ladrón de vehículos; un asaltante de alcaldías y gobernaciones; una de Las Furias escapada del Averno con una antorcha y un puñal en cada mano, mirada de basilisco y lengua viperina; han logrado atraer unos cuantos elementos más entre políticos devaluados, empresarios fracasados, oportunistas y un cubano-venezolano prófugo de la justicia, todos los cuales han conformado un “movimiento”, llamado el PUPU (Partido Único Púrpura Ultrancista) presidido, por supuesto, por el purpurado.
Los integrantes de este movimiento gustan de ser llamados porfirogeneta, independientemente de que sean más de uno, ya que nacieron de la púrpura cardenalicia y a ella se aferran para tener vida, y cada uno de ellos abriga la secreta esperanza de eliminar a los demás y suceder al pontífice una vez que ya no les sea de utilidad, en el supuesto negado de que pueda servirles de alguna.
Los fines del PUPU aún no están claramente delineados, ya que hay tantos proyectos como miembros, es decir, unas dos docenas, aunque en lo que sí están de acuerdo todos es en pedir a los partidos que ya presentaron sus candidatos para los comicios del cuatro de diciembre, que retiren sus candidaturas y en solicitar a la población la aplicación del artículo 350 de la CRBV. En relación a la primera solicitud, todo hace suponer que los postulantes y postulados les pintarán una hermosa paloma y en cuanto a la segunda ya sabemos que la población hará exactamente lo mismo.
De todas formas, como a todo grupo conformado por fanáticos, extremistas, desquiciados y desesperados, sería conveniente mantenerlos bajo una discreta vigilancia en virtud de su disposición manifiesta a desconocer este gobierno y luchar contra él con todos los elementos a su alcance, según lo expone un tal Comité Nacional por la Resistencia en un comunicado firmado por la casi totalidad de los miembros del PUPU.
Recuerden a Danilo.