Todo el siglo XX Venezuela estuvo bajo los vaivenes del caudillismo político, sin proyecto de “desarrollo” y sobre todo: manejados por los intereses del imperialismo.
Quienes manejaron y participaron activamente del festín de corruptela desde el gobierno y el poder económico, jamás se ocuparon del pueblo pobre.
Con el Gobierno de Juan Vicente Gómez y la consolidación del petróleo como motor económico, se dan las condiciones para el surgimiento de una burguesía −oligarquía− apátrida y parasitaria.
A Venezuela se le asignó el papel de proveedor de materias primas, se va estructurando así una economía de puerto; y se van creando constelaciones sociales −que benefician en exclusiva de la renta petrolera− dedicadas a la importación, distribución, comercialización de productos importados.
Es un siglo de carga cultural e ideológica del dólar que impregna al sector social más privilegiado de la sociedad.
Recordemos que la pobreza en Venezuela fluctuaba ente 70% y 80% y para los pobres, el dólar nunca fue una referencia en la lucha por su supervivencia.
Con esa herencia, el gobierno del presidente Hugo Chávez inicia un proceso de transformación social, da atención especial a la reducción de la pobreza y aumenta el poder adquisitivo del pueblo.
Hoy los dólardependientes −burguesía parasitaria- se han lanzado a degüello con la guerra económica contra el Gobierno y el pueblo.
La respuesta del Gobierno del presidente Nicolás Maduro ha sido contundente, un “sacudón económico” que sorprendió a los felones, los lleva por el camino de la derrota.
Y ahora con la Ley Habilitante, los parásitos han entrado en fase dolarmaníaco depresivos: estado de inutilidad, odio, tristeza, sin rumbo de vida, sin apetito sexual, estreñimiento y con la marca de la derrota electoral en la frente.