La revolución es un proceso de aprendizaje colectivo, lleno de errores, aciertos y correcciones, una inmensa didáctica colectiva que se desarrolla constantemente haciendo que el mismo pueblo eleve su nivel de conciencia. Muchos camaradas o compatriotas no entienden esto y se impacientan, tomando caminos extremos; es lo que Lenin definía como revolucionarismo pequeño burgués que se parece al anarquismo. No distinguen entre lo táctico y lo estratégico ni quieren comprender que la revolución es una lucha por etapas en donde se van conquistando posiciones y fortaleciendo otras. Se mueven más a través de la emotividad que atendiendo a principios ideológicos. Confunden la lucha de clases con el odio de clase, se olvidan de los sentimientos fundamentales que deben motivar a un revolucionario, el amor, y lo intercambian por un odio visceral hacia cualquiera que no esté de acuerdo con sus ideas, sin diferencias entre amigos y enemigos.
Es más, confunden lo radical del proceso con el extremismo, muchas veces no tiene una visión estratégica correcta ni sentido de la oportunidad ante los hechos, obrando más por desespero y rabia que en base a directivas políticas concretas.
Estos compañeros cambian los argumentos ideológicos y políticos por los chismes, los rumores y las descalificaciones personales, mostrando además de una falta de imaginación y creatividad, un resentimiento personal. Que les impide cualquier reflexión fructífera y positiva para el proceso.
El imperialismo, no ha podido acabar con nuestro proceso, aparentemente le queda como alternativa o matar al presidente Maduro, invadirnos o tratar de reventarnos por dentro, bien sea dividiéndonos internamente, debilitándonos. Recordemos con Mao “Que la lucha más ardua y encarnizada es la interna y no la externa”. La otra opción que tiene el imperialismo es la de llevarnos a acelerar el proceso para desvirtuar nuestra revolución.
Debemos vencer la impaciencia. Constantemente nos asaltan ideas desesperantes como: Que la revolución se está desvirtuando, que los enemigos están creciendo, que nos tienen rodeados, que esto se está cayendo a pedazos, etc. ¿Quién de nosotros no ha sentido en algún momento estos sentimientos de frustración?, pero hay que aprender a enfrentarlos y dominarlos. Lenin decía “es que vosotros os creéis terriblemente revolucionarios, cuando en realidad estáis asustados de las dificultades relativamente pequeñas de la lucha contra las influencias burguesas”.
Ahora la tarea es perfeccionar la nueva cultura partidista democrática profundizando el respeto a los derechos de los militantes y a la lucha de opiniones, desarrollando la crítica y autocrítica, erradicando los viejos vicios personalistas y autoritarios heredados del pasado, elevando más aún el nivel ideológico y preservando la unidad. Así se contribuirá a la defensa de la revolución bolivariana.
Da tristeza ver a camaradas que por su terquedad o yo-ismo, han enterrado toda una trayectoria revolucionaria por apetencias personales y grupales: “ Si yo no soy candidato, no será nadie” y amenazan con dividir las bases del partido. Es contigo dice el presidente Maduro. Ya te veré como un traidor más en las filas de la oposición.
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