El enemigo es el que nos engaña, es el que dice haberse arrepentido por habernos lastimado, el buen hablador, que poco a poco nos convence, al portarse bien. El enemigo es un excelente manipulador, experto en el control mental, en hipnosis, en psicología, es el perfecto mentiroso.
El enemigo es muy hábil, se esconde entre nosotros, y poco a poco nos inyecta ideas falsas, para confundirnos, y hacernos vulnerables, porque él sabe, que al debilitar nuestras convicciones, nos debilita lo suficiente para hundirnos en caos, y así, sin levantar un dedo, se alegra vernos ahogarnos, porque no sabemos nadar.
El enemigo más inteligente se hace invisible, no anda gritando odio en las calles, eso es para los débiles, para las ovejas. El enemigo inteligente no se ve, siempre manda a otros hacer las obras sucias. El enemigo inteligente se hace pasar por tu amigo, y te ha convencido que daría la vida por ti, comparte contigo, y tú no te das cuenta, habla de filosofía, y te enreda, poco a poco, hasta que te tenga atrapado, sin salida. Cuando te das cuenta, es demasiado tarde.
El enemigo está dispuesto a cambiar o modificar sus “valores” para acomodarte a ti, o acomodar a quien sea, si le conviene a él. Es un hipócrita, no es constante, y te dirá, “Pues sí, así es,” aunque no lo sea.
El enemigo se encuentra dentro de nosotros, se ha infiltrado, como un parásito invisible, nos ha infectado, porque es muy hábil, y es muy nocivo para nuestra salud, pero no nos damos cuenta. Nos hace actuar de manera irracional, sin pensar, no hace ser complacientes, y cómplices, y nos desvía de nuestro camino. Nos hacer pensar que el consumismo, el egoísmo, y el individualismo es “normal,” cuando no lo es. Nos ha convencido que “ser educados” dentro del sistema escolar euro descendiente es algo fabuloso, cuando no lo es, porque ese sistema fue inventado para crear esclavos mentales. Nos hace creer que el mismo enemigo es un ser honrado, misericordioso, humanista, honesto, y que busca la paz – que busca el dialogo sincero – la reconciliación – pero eso es una falacia creada en nuestros cerebros por la invasión parasitaria del enemigo.
El enemigo sabe que el día que bajemos nuestras defensas, será el día cuando él gane su causa, y no hesitará matarnos.
El enemigo no vacila.