Para este texto de Aporrea, después de la carta de renuncia, agrego el titular que motivó el justo cuestionamiento del presidente Maduro y mi opinión profesional y política al respecto.
Caracas, 26 de noviembre de 2013
Doctora Gioconda de Márquez
Directora- Editora del diario El Tiempo
Puerto La Cruz Anzoátegui
Su Despacho
Me asiste el honor de dirigirme a usted en la oportunidad de informarle mi decisión, muy personal, de cerrar mi ciclo como articulista de El Tiempo, diario bajo su digna y acertada dirección.
Desde que fui designado presidente de la Subcomisión de Comunicación de la Asamblea Nacional, pensé que dicho cargo podría generarme conflicto de intereses en mi condición de colaborador de algunos medios privados. Considero que ese momento llegó.
En la sesión de la Comisión Permanente del Poder Popular y Medios de Comunicación de la Asamblea Nacional, de fecha 20-11-2013, un diputado opositor, para cuestionar la opinión del señor Presidente de la República, Nicolás Maduro, sobre un titular de El Tiempo, no encontró a mano mejor argumento que enrostrarme mi condición de colaborador del citado diario.
Lo hizo por ignorancia o por chantaje. Creo en lo segundo. Nadie ignora que los colaboradores no tienen arte ni parte en la línea editorial y política informativa de los periódicos en los que publican sus textos. Si fuese lo contrario, la democracia comunicacional en Venezuela sería una maravilla y una utopía realizada.
Lamento dejar sin argumento al citado diputado con esta decisión, pero al diario que usted conduce, estimada señora Directora, le sobran méritos en su fructífera historia periodística para defenderlo con recursos tan burdos.
Hace algunos años escribí un libro titulado Periodismo de Opinión: los fuegos cotidianos, con el que ascendí a la máxima categoría académica Profesor Titular- en el escalafón de la Universidad Central de Venezuela. Curiosamente, fuegos cotidianos es el nombre que di a la columna que hasta el pasado domingo publiqué en El Tiempo. En ese libro establezco la relación que existe entre los colaboradores y las casas editoras, donde ambos ceden y conceden de parte y parte, con absoluta independencia. Pero esa es otra historia con la que no voy a distraer su valioso tiempo, señora Directora.
Reciba El Tiempo mis más sinceras gracias por el espacio de opinión que me concedió y usted, doctora Gioconda de Márquez, la expresión de mis altos sentimientos de consideración y estima.
Atentamente, este servidor
Earle Herrera
Periodista
Post scriptum:
EL TITULAR DE LA DISCORDIA
Al día siguiente de las medidas tomadas por el presidente de la República, Nicolás Maduro, contra la especulación y la usura, el periódico El Tiempo, de Puerto La Cruz, abrió su primera página con este titular a cinco columnas (es un diario tabloide) : YO PREFIERO QUE LA GENTE ENTRE Y NOS SAQUEE, NOS SALE MAS BARATO.
El presidente Maduro hizo una dura crítica a ese titular y denunció que era una instigación a delinquir. Pidió a los organismos competentes que actuaran y advirtió que se atuvieran a las consecuencias legales.
El Presidente de la República tiene derecho a expresar su opinión como cualquier ciudadano y habló de consecuencias legales, nada distinto a lo establecido en los artículos 57 y 58 de la Constitución Nacional, donde se garantiza que todos podemos expresar libremente nuestras opiniones, pero somos responsables de las mismas.
El periódico puede aludir que ese titular fue la opinión de un comerciante y que la reprodujo entre comillas. Es cierto. Pero desplegarla en primera página para provocar un impacto en la opinión pública, es decisión y responsabilidad absoluta del diario.
El Tiempo convirtió al especulador en víctima, al usurero en mártir, al asaltante a mano desarmada de las utilidades de los trabajadores en perseguido.
Nada dijo el rotativo de los estafados, de las víctimas de quienes reciben dólares de Cadivi y venden con ganancias de más del 2.000 por ciento. Aquí la culebra se muerde la cola, pues esos comerciantes pillos lo de inescrupulosos es un eufemismo- son los anunciantes de los medios comerciales de comunicación. En sus páginas y espacios despliegan sus ofertas engañosas y todos ganan, exceptos el pueblo, que es primero engañado por el medio y luego robado por el anunciante de la publicitada oferta.
Por supuesto que el llamado del comerciante a que lo saqueen no era la noticia más importante del día, pero el medio la convirtió en tal. Es la construcción del acontecimiento, es decir, la fabricación de la noticia, de la que habla el tratadista Eliseo Veron, y la manipulación de cerebros, del ya clásico libro de Herbert Schiller.
En cuanto al chantaje, se trata de que, para atacar la opinión del presidente Chávez en la Comisión del Poder Popular y Medios de la AN, el diputado opositor, Omar González (ex gobernador de Bolívar designado por Blanca Ibáñez y Jaime Lusinchi), argumentó que la ética periodística del diario El Tiempo quedaba avalada porque yo era articulista del mismo.
Pero no fue ese burdo chantaje lo que me lleva renunciar, sino el deseo de ejercer la crítica libremente, en este caso a un diario al que respeto, pero que en el asunto que nos ocupa manipuló los hechos y recurrió a las trillada técnicas del amarillismo, el sensacionalismo y la información dirigida, tan estudiada y denunciada por el profesor y maestro Federico Álvarez. Vale.