El mundo se mueve con ideas. El pensamiento reflexivo del ser humano es lo que permite la evolución y desarrollo de la ciencia, la tecnología y demás manifestaciones culturales del hombre. Tanto el poeta más sensible como el más plástico de los pintores o el más erudito creador, recurre al mundo de las ideas para producir su obra, su arte o su invento. Por las ideas se vive, se lucha y hasta se muere. La concepción del hombre, la posición ante los medios de producción, la actitud ante el cambio político, todo esto se fundamenta en un conjunto de ideas, generador de su propio sistema de valores individuales, para permitirle a cada ser viviente asumir posiciones teóricas y prácticas en la vida.
Esta reflexión la hago porque hace 30 años experimenté el cambio más auténtico que me haya ocurrido en mi vida. Para ese entonces, mayo de 1967, era sub-teniente piloto con 20 años de edad. Tenía 2 meses de haberme graduado en la Escuela de Aviación Militar y ya formaba parte de la tripulación de un helicóptero militar artillado que operaba en Destocaribe, Teatro Antiguerrillero de Oriente, ubicado en Altagracia de Orituco. Era época de guerrillas y de efervescentes ideas revolucionarias en Venezuela y en América Latina.
Un día muy temprano en la mañana, se recibe la noticia de un desembarco de guerrilleros en las playas de Machurucuto. Había un detenido, era un oficial cubano. No recuerdo su apellido, probablemente Teniente Briones Motonto, pero al llegar al sitio el Comandante del Teatro me pide que lo interrogue, con el objeto de obtener información acerca de la aviación cubana y los planes comunistas para acabar con la democracia de nuestro país. Cumplo la orden y entro a la carpa donde se encontraba el detenido. Cuando me enfrento al oficial me sorprende su figura y porte marcial, su buenos modales y gestos, su claridad de expresión y sus profundas reflexiones. Las respuestas a mis preguntas fueron precisas y de un hondo contenido social. Me impactó la sensibilidad con que trató el tema de la lucha revolucionaria. Finalicé el interrogatorio y salí confundido. Mi patrón de pensamiento formado bajo el rígido sistema militar, cuya concepción de la democracia era ser anticomunista, no cuadraba con lo que acababa de presenciar. El molde ideológico tuvo su primera fisura. Los conceptos del bien y del mal que había asimilado al pie de la letra, comenzarían, a partir de ahora, a revisarse y a cuestionarse. El germen de la duda prende la inquietud y, en consecuencia, obliga a indagar más de lo que se sabe hasta ese momento, para satisfacer el ansia de alcanzar la verdad.
Tres meses después, en otra misión antiguerrillera en el TO-5, en Yumare, logré culminar este período de duda y cuestionamiento. Fue allí en donde logré obtener la claridad que buscaba. El hecho se dio por casualidad. Un día, a la caída de la tarde, los presos políticos estaban fuera de sus celdas de madera. La guardia militar estaba más relajada que de costumbre. La tripulación acababa de finalizar su última misión de vuelo. El ambiente invitaba a la plática. La curiosidad por ver de nuevo a un preso guerrillero, comunista, enemigo de la democracia, me condujo hasta el sitio de recreo donde ellos estaban. Me acerqué a una mujer de piel blanca, cabello corto amarillo, ojos claros, de unos 30 años de edad. Era médico pediatra, muy culta y aguerrida combatiente de profundas convicciones ideológicas. Su fino hablar, unido a sus sabios argumentos teórico-prácticos fueron fulminantes a mi incertidumbre. La pediatra, a quien 20 años más tarde le conocería su identidad, no supo lo que había logrado hacer con mi vida en ese instante. Ella, sin proponérselo, había sensibilizado las ideas y pensamientos reflexivos de un oficial que la combatía. Su enemigo pasó a ser un defensor de sus más nobles ideales. Como ser pensante, esa tarde en Yumare culminaba para mí, una fase que se había iniciado una mañana en Machurucuto. A partir de ese momento comencé a consolidar un pensamiento más sólido producto de nuevas reflexiones, enriquecidas con múltiples lecturas de textos que me eran afines a las más profundas inquietudes de orden político-social y militar del momento.
Mi mundo cambió. Jamás pensé que influirían en ello 2 guerrilleros. Guerrileros de alto nivel intelectual y de fuertes convicciones políticas. Las ideas hicieron desplazarme hacia nuevos escenarios nunca imaginados. Aún hoy en día, la evolución de mi pensamiento continúa su curso sin saber su destino final. No obstante, lo que siempre lo identificará será su fundamento revolucionario.
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