2014: año de definiciones

  Hilvanando horas, días y meses llegamos al año 2014. Termina el 2013 con su carga de contradicciones. Fue un año difícil que dejó profundas heridas sociales y políticas. Queda la resaca de un fin de año con sabor a victoria popular y reaparecen las predicciones de falsos y quiméricos profetas. Nos corresponde descifrar el momento histórico para asumir los desafíos de un tiempo que exige definiciones tanto en lo político y social como en lo económico.  

             La victoria electoral del 8 de diciembre necesita llenarse de contenido político. A la derrota de las pretensiones plebiscitarias no se le puede anteponer un municipalismo liberal. Los 250 alcaldes Bolivarianos (electos y reelectos) están obligados a comprender que el tradicional poder personalista y burocrático de un alcalde se convierte en un obstáculo para el desarrollo del Poder Popular. El gobierno que elegimos colectivamente, debemos ejercerlo colectivamente. El 8D demostró que la Revolución Bolivariana se fortalece o debilita desde las regiones. Esta premisa exige que el PSUV defina su organización bajo la orientación de una Dirección Política Colectiva, un partido revolucionario no puede depender de los vaivenes de funcionarios públicos que terminan castrando el desarrollo y la mediación social de cualquier organización política.

La lucha contra la especulación y la usura que contribuyó, sustancialmente, con la  que victoria electoral y la recuperación de la confianza de amplios sectores sociales en la Revolución Bolivariana debe ser ratificada y definida como una Política de Estado dirigida a estabilizar el mercado con la determinación de costos y ganancias que garanticen crecientes niveles de producción tanto públicos como privados. Es necesario demostrar que no se trata de la persecución de tontos o avezados especuladores porque especulación y usura son intrínsecos al capitalismo y necesitamos derrotarlos con políticas que definan el rumbo hacía una nueva economía. La especulación sigue campante y las inspecciones han disminuido.

Es urgente la definición y articulación de una política cambiaria que acabe con cualquier ambigüedad y reviente los tentáculos de la especulación financiera que se ejecuta a través del mercado paralelo donde circula un dólar cuyo precio se ha convertido en referencia para definir los precios de bienes y servicios. Ese mercado paralelo es un mecanismo para lavado de dólares o blanqueo de capitales y en algunos casos se alimenta de divisas provenientes del mismo Estado a través de lo que el Presidente Maduro ha denominado el “cadivismo”.

Frenar la inflación pasa por la definición de una política cambiaria y derrotar la especulación financiera que se materializa con el dólar paralelo. El año pasado la inflación creció al mismo ritmo del dólar paralelo y ahí está la esencia de la “guerra económica” que se traduce en escasez artificial, acaparamiento, especulación, usura combinada con una premeditada parálisis de la producción.

Los enemigos de este proceso de cambio político y transformación social no se conformarán con los anuncios de sus desvencijados dirigentes devenidos en profetas del desastre. La “guerra económica” no está derrotada. Buscarán nuevos mecanismos para sabotear la economía y garantizar sus niveles de acumulación de capital sin importar el daño que causen al pueblo trabajador.          

Lo que ocurra en el 2014 marcará el rumbo del país en los próximos años. Hoy, lo coyuntural adquiere una dimensión estratégica. Es tiempo de definiciones, aferrados a las convicciones con compromiso militante. La transformación económica es la tarea del momento histórico y para garantizar su avance necesitamos un partido revolucionario que se convierta en vanguardia política para la construcción de un verdadero Poder Popular.



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Darío Morandy


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