El retiro de candidaturas para las elecciones parlamentarias por parte de sectores opositores es una estrategia planificada que tiene como fiel propósito jugarse la última carta que les queda para salir de Chávez, aún a costa del intervencionismo yanqui; pero como en el pasado a través de la Organización de Estados Americanos (OEA).
Saben de antemano que los números no cuadran, y que las fuerzas revolucionarias obtendrán un porcentaje superior al 70% de los escaños a la Asamblea Nacional, lo cual equivale a más de las dos terceras partes, enterrando con ello cualquier posibilidad de saboteo u obstruccionismo dentro del marco legislativo, y por ende ante un escenario de amplia consolidación de crecimiento y desarrollo económico en el 2006, impulsado por la solidez de los precios del mercado petrolero, la recaudación fiscal, la ampliación de la linea 4 del Metro de Caracas, la puesta en marcha de los metros de Los Teques, Valencia y Maracaibo, el tren Caracas – Los Valles del Tuy, el trolebús de Mérida, la apertura del segundo puente sobre el río Orinoco, así como innumerables obras en vialidad, educación y salud, en medio de un ambiente de baja inflación y desempleo, liquidan a los antiguos dueños del status-quo político cualquier opción de triunfo electoral.
Entonces, para enfrentarse a esta realidad, sólo les queda un último cartucho: intentar la deslegitimación de los diputados que sean electos, con el fin de tratar de volver a movilizar sus seguidores y, emprender una cruzada de conflictividad política que pudiera eventualmente regresar a lo vivido en el 2002. Esto sería la excusa perfecta para que el gobierno de Bush retomara por intermedio de sus lacayos, los ataques a Venezuela, acusando a Chávez de dictador, déspota y secuestrador de los poderes públicos, quien a través de una elección “amañada” ha desvirtuado los “principios democráticos”.
Con semejante actitud, la oposición buscaría que una nueva misión de la OEA volviera a inmiscuirse como única condición que exigiría la oposición como mecanismo de “diálogo”, para posteriormente exigir la designación de un nuevo CNE, porque el actual no fue “designado” como establece la Constitución. Una vez logrado ese primer paso, volverían a exigir relegitimación de todas las autoridades públicas, incluyendo gobernaciones y alcaldías, pero con la salvedad que en una nueva “mesa de negociación y acuerdo” dirían a los cuatro vientos mediáticos, que ellos si reconocen a Chávez como presidente, pero que éste se niega a realizar unas “megaelecciones” en diciembre de 2006 (fecha de elecciones presidenciales) por miedo a desmontar el fraude que según ellos, Chávez gestó el 15-A.
Están claros los sectores de la oposición golpista que sus oportunidades se acabaron con estas elecciones del próximo 4 de diciembre. Sólo queda el saboteo y la desestabilización como apocalíptico y desesperado recurso. Por ello, Maria Corina sugiere como escenario de confrontación los sitios en donde la iglesia desacreditada y recalcitrante tiene sus aposentos. Hay que hacer ver a toda costa ante el mundo que este es un gobierno tiránico.
El plan fracasará. Nuevamente el pueblo de Venezuela saldrá airoso de esta nueva intentona golpista. Pidamos a Dios por la paz y la democracia.